Norberto Gugliotella autor de "Tanta felicidad". |
La primer imagen que me viene de un libro es la de mi viejo leyendo en la cocina en invierno al lado de la hornalla. Esa escena se repitió durante toda mi infancia y creo que es una de las imágenes que más me marcó sin darme cuenta, como si hubiera ido horadando en mí y se hubiese empeñado en persistir. Los libros siempre estuvieron ahí al costado esperando a que algún días los agarre y algún día los agarré.
¿Eras muy lector?
De chico leí bastante poco, recuerdo una antología de Centro Editor de El cuento infantil donde estaban muchos de los clásicos, que fui releyendo muchas veces, he leído varios de la serie Robin Hood y de Elige tu propia aventura. Pero no me puedo considerar como un gran lector de pequeño. De todos modos, María Elena Walsh marcó toda mi infancia.
¿Por qué literatura para chicos?
Por necesidad, porque me lo pedía la mente una y otra vez desde que fui descubriendo junto a mis hijos la riqueza de la literatura para chicos. Porque me parece que es ayudarlos a descubrir el mundo y porque las historias nos tienen que acompañar siempre. Porque me encanta contar historias y por su insaciable capacidad de sorpresa.
La literatura infantil nos cuenta también a los grandes, ¿cómo manejás a los dos públicos en tus cuentos?
Nunca el único destinatario es el niño, sobre todo a edades más tempranas que no leen, pero después siempre puede haber algún docente o algún padre que también lea. Creo que se escribe para transmitir algo pero no siempre es lo mismo lo que transmite una historia en un adulto que en un chico, me parece que jugar ese doble juego es lo más lindo.
¿Los chicos leen cada vez menos?
Me parece que no. Creo que leen mucho más de lo que leíamos en nuestra generación porque ahora existe un mercado más amplio y para edades más tempranas. También hay muchos otros medios de entretenimiento que no teníamos nosotros, recuerdo un año que nos cortaban la luz toda la mañana y la tele empezaba con Batman a las seis de la tarde. No teníamos mucho para hacer. No sé si se lee más o menos pero lo que estoy seguro es que leer en la cama con los chicos antes de dormir es una de las grandes cosas que les podemos transmitir, porque ahí hay un momento de compartir una experiencia que puede disparar múltiples sentimientos y es inculcarles un hábito que los puede acompañar toda la vida y les va a permitir pensar, reflexionar y cuestionarse siempre. El cuento antes de dormir es el sueño antes del sueño.
Tanta felicidad ya tiene seis meses de recorrido, ¿qué es lo que más te sorprende de los efectos de tu libro?
Lo que más me sorprendió y lo sigue haciendo es todo lo que puede generar un texto. Me ha pasado que varios padres han llorado mientras lo leían (eso es el doble juego con el público al que va dirigido porque el adulto ve otra cosa, le pone mucha más experiencia y esa empatía me genera mucha felicidad), lo he leído ante muchos chiquitos de jardín y todos escucharon atentos y después me pedían ver los dibujos con más detalles. Claro, las ilustraciones de Daniela López Casenave son extraordinarias. Me sorprende lo que entienden los más chicos, lo que son capaces de disfrutar de una historia como la de ellos o bien distinta, no importa.
¿Qué estás escribiendo ahora?
Tengo algunos otros cuentos terminados de los que estoy bastante conforme y sigo trabajando robándole horas al sueño para contar estas historias que tanto me gustan contar. Además estoy empezando a trabajar en una novela para adultos, pero aún está en proceso de gestación.
¿Qué se hace en momentos como este, en el que la situación del país no ayuda para que haya Tanta felicidad?
Literatura.
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