"De todos los pecados capitales, la Avaricia es aquel para el
que tenemos menos indulgencia. No es simplemente detestable: es unánimemente
odiado. Esto carece de nexo directo con una eventual gradación de los vicios;
después de todo, encontramos al Avaro en el cuatro infierno dantesco, rondando
por los peñascos, mientras que el iracundo, por su parte, chapotea en el
quinto, en las aguas cenagosas de la Estigia. Ahora bien, acordaremos que es
pensable, aceptado y hasta recomendable proclamarse orgulloso, goloso,
lujurioso, o iracundo; con pose nos confesaremos perezosos, en un acceso
teatral de franqueza, nos acusaremos de envidiosos, de la tierra entera; pero
avaros, nunca".
Wajcman, Gérard, "Colección seguido de La avaricia", Buenos Aires, Manantial, pág.77.
No hay comentarios:
Publicar un comentario