De antemano, su origen social no le preparaba un lugar cómodo
y resultó ser la excepción a la regla de la transmisión cultural en la relación
existente entre institución escolar, cultura y sociedad. Hijo de un cartero y de una trabajadora
agrícola, Pierre Félix Bourdieu, nació el 1º de agosto de 1930 en un pueblito
llamado Denguin, de la región de Bearne, Francia.
Los primeros años de formación los realizó en un colegio
pupilo porque la distancia entre la escuela y su casa era poco menos que veinte
kilómetros. Y por aquella época, hacer ese recorrido todos los días, ida y
vuelta, no era tan ameno como en los tiempos que siguieron.
El secundario lo hizo en el Liceo Louis Barthou, en la región de Pau. Ya adulto, cuando le
preguntaron por su experiencia escolar juvenil, haciendo referencia al carácter
disciplinario antes que académico Bourdieu respondió: “¡aquel que ha conocido el internado a los doce años conoce casi toda
la vida!”.
Luego de finalizar los estudios medios, debido a su gran
rendimiento escolar, por recomendación de un profesor y con el incondicional apoyo
de su padre, se inscribió en el liceo Louis-le-Grand
para la evaluación de ingreso a la universidad. Aprobó y continuó sus
estudios en la prestigiosa Escuela Normal
Superior.
A los 24 años obtuvo su título de Profesor en Filosofía. Entre
sus docentes, tuvo Claude Lèvi-Strauss y entre sus compañeros a Jacques
Derrida.
La mala conducta
El Estado francés lo convoca a participar en una sus
instituciones más rígidas: el servicio militar obligatorio. Bourdieu tiene que
formar fila en Versalles, llevando a cabo tareas administrativas. Pero no duró
mucho tiempo en ese regimiento; existen dos versiones de su traslado.
Una: por esos años Bourdieu ya estaba muy comprometido con la cuestión política. Que interesado por la situación argelina, el proceso de descolonización y revuelta que ya se había iniciado, le descubrieron en el regimiento un número de la revista L’ Express que había sido censurado por tratar dicha cuestión de manera “anti-patriótica”. Cabe decir que la mayoría de la sociedad francesa miraba para otro lado respecto a este delicado asunto. Como castigo, el Ejército decidió enviarlo a la colonia insurrecta: Argelia, que fue uno de los últimos países africanos en obtener la independencia.
Dos: la otra versión dice que Bourdieu incurría en numerosos actos de indisciplina con el fin de llamar la atención de sus superiores para lograr el “castigo deseado”: ser enviado a Argelia y una vez establecido allí, poder llevar a cabo sus investigaciones, trabajos de campo.
Bourdieu en Cabilia
En Argelia cumplió dos años más del servicio militar
obligatorio y en lugar de regresar, se quedó otros dos dando clases como
profesor de Filosofía en la Facultad de Argel. En Cabilia se valió
de la etnografía, de herramientas estadísticas,
esta última fundamental en sus posteriores investigaciones de campo como se da en
“Los Herederos” y “La Distinción”, por citar sólo dos de sus
trabajos más importantes.
Regresó a Francia en 1960, cuando un grupo de generales franceses
quisieron retomar el control absoluto de Argelia mediante un golpe militar que
no prosperó.
El resto de la historia de Bourdieu es la más conocida. Instalado
nuevamente en Francia, es nombrado asistente de Raymond Aron. Luego, dictó
clases en la Universidad de Lille. De
la filosofía pasó a dedicarse a la sociología. En 1968 fundó el Centro de Sociología de la Educación y la
Cultura. Inició una serie de rupturas irreconciliables con paradigmas
anteriores: el mecanicismo estructuralista, el estructuralismo de Lèvi-Strauss,
el estructuralismo marxista, la fenomenología filosófica de Husserl y Merleau-Ponty,
la sociología de Durkheim y Weber.
Fundó una nueva sociología: el constructivismo estructuralista. Nociones como campo, capital y habitus son sus grandes
aportes, entre tantos otros conceptos e ideas. En 1981 fue nombrado Profesor
Titular de Sociología del Collège de France, el puesto académico más prestigioso de ese país, cátedra que dictó
hasta su muerte en enero de 2002.
Bourdieu y Argelia
60
Pero quizás nada de esto no hubiera sucedido si Argelia no
se hubiera cruzado en el camino de Bourdieu. Este libro toma como objeto de
análisis la discordancia entre los esquemas de percepción, apreciación y acción
social (habitus) y las estructuras económicas
cambiantes de la sociedad argelina
de los años sesenta. El pasaje de una sociedad precapitalista a una capitalista,
sus transformaciones, hace convivir en un mismo individuo social disposiciones internas y maneras de ver el
mundo que corresponden a estructuras económicas diferentes.
De cómo a los habitantes de Cabilia se le hace cambiar
abruptamente sus prácticas referidas a la utilización del tiempo, de los
vínculos laborales, de la economía a partir de la adopción del dinero como signo,
de valor y cambio, y de la desconfianza hacia el uso e intercambio monetario debido
a su alto nivel de abstracción.
“Es mucho más fácil
administrar “razonablemente” reservas de bienes de consumo que distribuir a lo
largo de todo un mes una suma de dinero o establecer una jerarquía racional de
necesidades y gastos: sin dudas, la propensión a consumirlo todo es infinitamente
más pequeña que la inclinación a utilizar de golpe todo el dinero que se posee.
Los cabilas guardan el trigo o la cebada en grandes tinajas perforadas con
agujeros a diferentes alturas, y la buena ama de casa, responsable de la
gestión de las reservas sabe que cuando el grano desciende por debajo del
agujero central, es importante moderar el consumo: el cálculo, como se ve, se
hace solo y la tinaja es como un reloj de arena que permite percibir en cada momento
lo que queda y lo que no”.
En relación a esto, Bourdieu también nos dice que “es bien sabido que la ineptitud en el
manejo de la moneda y la inadaptación a las reglas jurídicas de los habitantes
rurales han contribuido en gran medida a acelerar el movimiento de desposeimiento
territorial”. Clink-Caja.
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