domingo, 7 de julio de 2019

Verano del '88: los días que conmovieron al mundo (argentino)


Desde hace no tanto tiempo, Martín Zariello es una de las mejores voces en el arte de contar, ya sean hechos anecdóticos o relevantes. Y lo es también a la hora de escribir sobre personas, ya que es capaz de armar una "fotografía", ya no con una cámara, sino con las palabras mismas.

Da lo mismo en cuestiones estéticas si Zariello escribe sobre películas, series televisivas, discos, partidos de fútbol o un jugador de ese deporte, un político, una ciudad y hasta una tarjeta postal. Zariello es capaz de mirar desde otra perspectiva y develarnos otro sentido, transformar el objeto sobre el que escribe en lo excepcional.

1988. El fin de la ilusión toma ese año como punto de inflexión en la historia reciente, especialmente cultural, de la Argentina. No eligió el lógico 1983 (la vuelta a la democracia), ni 1976 (para marcar la era del terror de la dictadura); tampoco pensó en 1989, fecha que marcaría el feroz ingreso del país en el neoliberalismo depredador que tuvo a diciembre de 2001 como su fecha de explosión, lo que implicó en un nuevo barajar y dar de nuevo. 

Tomó 1988 porque es un año en el que se sacuden ciertos imaginarios de un tipo del "ser argentino". Es el año del asesinato de Alicia Muniz por parte de Carlos Monzón ("Todos los femicidios, el femicidio"); es el año de la caída del Maral 39 e inmediata muerte del último gran cómico popular, del que "todo el mundo" hablaba al día siguiente  de cada emisión del recordado programa, (hoy totalmente fuera de código), No toca botón, Alberto Olmedo; y es el momento en el que la ilusión alfonsinista termina de desvanecerse en el aire y a la que ya no le iban a crecer más flores; es el inicio de la carrera de la híperinflación, y de los cortes de luz salvajes. 

Pero también es el año en el que la hermosa banda de rock nacional Virus, era denostada por la prensa, y que a sus recitales nunca iba demasiada gente. Es el año en el que la figura del Indio Solari comienza a erigirse para no caer nunca más; año tambié en el turco Asís era el Asís que conocemos hoy, siempre a contramano del poder de turno, a pesar de que años después se volvería parte de la cultura menemista, no por ser su pura expresión sino por ser funcionario de aquel gobierno; 1988 fue también el año en que un jovencito Rodrigo Fresán escribía sobre rock, y en el que el Flaco Spinetta y Fito Páez (tan politizado como ahora, mal que le pese a algunos), devoraban Vigiliar y castigar, de Michel Foucault, bajo la docencia de Alejandro Rozitchner. 


Il Corvino, así se lo conoce también a Martín Zariello, puede escribir sobre de cualquiera de estos temas que aparecen en 1988 como si a esos años los hubiera transitado como un adulto y no como un niño de cuatro años. Es tal la desenvoltura con la que escribe y cuenta que nos hace pensar si realmente no nació mucho antes de 1984 (cifra literaria si las hay). 

1988. El fin de la ilusión no es sólo un glosario de nombres propios relevantes de aquel año. Es un libro en el que recorremos hechos culturales y sociales, en los que aun hoy podemos visualizar la estela de su impronta. Y es un libro también que nos sirve como radiografía de una época del rock nacional que con el paso del tiempo se nos fue alejando pero que simultáneamente, se nos fue volviendo dorada.






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