jueves, 28 de noviembre de 2019

Por qué leer Eichmann en Jerusalén, de Hannah Arendt

Adolph Eichmann fue arrestado en Argentina en 1960. En 1961 fue juzgado y condenado a pena de muerte, en Israel. En 1962, se ejecutó la sentencia.

Porque logra lo que muy pocos libros: es capaz de contar, y contar bien, lo que parece inenarrable y, al mismo tiempo, propone un modo enteramente nuevo de pensar lo establecido, dándole un mazazo al sentido común.


Históricamente la humanidad recurrió a la figura del “monstruo” o de la “bestia” para dar cuenta de aquellos que cometieron crímenes inmensos y ejercieron violencia feroz contra sus semejantes. En ese gesto, que los convierte en unos “otros” diferentes (dementes, perversos, insanos, extraviados, inhumanos), parte del problema se resuelve: son los únicos responsables / culpables.

¿Qué sucede, en cambio, si consideramos el hecho de que esas “bestias” llevan sus vidas como cualquiera de nosotros y van a trabajar todos los días, pasean con amigos, leen cuentos a sus hijos, cuidan a sus mayores? El asunto se vuelve mucho más complejo, más inquietante, más dificil de abordar.

Esa es la operación que propone Hannah Arendt al analizar el caso Eichmann y postular la idea de “la banalidad del mal”. El villano puede ser un hombre común.

En breve resumen: Adolph Eichmann, teniente coronel de las SS, fue uno de los mayores criminales de guerra nazis. Huye de Europa y se esconde en la Argentina, donde es capturado en 1960 y llevado a juicio en Israel. Hannah Arendt, como corresponsal de la revista New Yorker, cubre ese juicio, que termina con la condena a muerte de Eichmann ejecutada en 1962.

Además de hacer una magistral descripción del proceso judicial, Arendt se adentra en lo más profundo de la personalidad del aparentemente simple burócrata que, nada menos, administraba parte de la maquinaria de muerte y exterminio de los campos de concentración del régimen nazi. El resultado es un aleccionador e imprescindible tratado filosófico y político sobre el Holocausto que se pregunta por la naturaleza humana y la capacidad de racionalizar como “obediencia debida” los daños más aberrantes.


“Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.” (p. 368).




domingo, 7 de julio de 2019

Verano del '88: los días que conmovieron al mundo (argentino)


Desde hace no tanto tiempo, Martín Zariello es una de las mejores voces en el arte de contar, ya sean hechos anecdóticos o relevantes. Y lo es también a la hora de escribir sobre personas, ya que es capaz de armar una "fotografía", ya no con una cámara, sino con las palabras mismas.

Da lo mismo en cuestiones estéticas si Zariello escribe sobre películas, series televisivas, discos, partidos de fútbol o un jugador de ese deporte, un político, una ciudad y hasta una tarjeta postal. Zariello es capaz de mirar desde otra perspectiva y develarnos otro sentido, transformar el objeto sobre el que escribe en lo excepcional.

1988. El fin de la ilusión toma ese año como punto de inflexión en la historia reciente, especialmente cultural, de la Argentina. No eligió el lógico 1983 (la vuelta a la democracia), ni 1976 (para marcar la era del terror de la dictadura); tampoco pensó en 1989, fecha que marcaría el feroz ingreso del país en el neoliberalismo depredador que tuvo a diciembre de 2001 como su fecha de explosión, lo que implicó en un nuevo barajar y dar de nuevo. 

Tomó 1988 porque es un año en el que se sacuden ciertos imaginarios de un tipo del "ser argentino". Es el año del asesinato de Alicia Muniz por parte de Carlos Monzón ("Todos los femicidios, el femicidio"); es el año de la caída del Maral 39 e inmediata muerte del último gran cómico popular, del que "todo el mundo" hablaba al día siguiente  de cada emisión del recordado programa, (hoy totalmente fuera de código), No toca botón, Alberto Olmedo; y es el momento en el que la ilusión alfonsinista termina de desvanecerse en el aire y a la que ya no le iban a crecer más flores; es el inicio de la carrera de la híperinflación, y de los cortes de luz salvajes. 

Pero también es el año en el que la hermosa banda de rock nacional Virus, era denostada por la prensa, y que a sus recitales nunca iba demasiada gente. Es el año en el que la figura del Indio Solari comienza a erigirse para no caer nunca más; año tambié en el turco Asís era el Asís que conocemos hoy, siempre a contramano del poder de turno, a pesar de que años después se volvería parte de la cultura menemista, no por ser su pura expresión sino por ser funcionario de aquel gobierno; 1988 fue también el año en que un jovencito Rodrigo Fresán escribía sobre rock, y en el que el Flaco Spinetta y Fito Páez (tan politizado como ahora, mal que le pese a algunos), devoraban Vigiliar y castigar, de Michel Foucault, bajo la docencia de Alejandro Rozitchner. 


Il Corvino, así se lo conoce también a Martín Zariello, puede escribir sobre de cualquiera de estos temas que aparecen en 1988 como si a esos años los hubiera transitado como un adulto y no como un niño de cuatro años. Es tal la desenvoltura con la que escribe y cuenta que nos hace pensar si realmente no nació mucho antes de 1984 (cifra literaria si las hay). 

1988. El fin de la ilusión no es sólo un glosario de nombres propios relevantes de aquel año. Es un libro en el que recorremos hechos culturales y sociales, en los que aun hoy podemos visualizar la estela de su impronta. Y es un libro también que nos sirve como radiografía de una época del rock nacional que con el paso del tiempo se nos fue alejando pero que simultáneamente, se nos fue volviendo dorada.






miércoles, 22 de mayo de 2019

Julián Mola: Los lectores y los libros

Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

Como la mayoría de los lectores, no tengo idea, no llevo un diario de lecturas y, como la mayoría, tengo planificado hacerlo. Este año descansé un poco -un poco- de la ficción, le dediqué más tiempo a la teoría (Berardi, Byung-Chul Han, ¡obviamente!, Agamben) y la no ficción (ensayos literarios, históricos, crónicas). Suelo leer, en promedio, un libro por semana, aunque siempre leo dos o tres a la vez. Algunos ensayos demandan más tiempo, calculo que el año pasado habré leído unos cuarenta completos. Y abandoné, especialmente ficciones, ya sin las contemplaciones de épocas pasadas, otros cuarenta o más en las primeras 20/30 páginas.



¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Fenomenología del fin, F. Berardi.
Filosofía del budismo zen, Byung-Chul Han.
Austerlitz, W. Sebald.
Autorretrato, E. Levé.
Las aventuras de la china Iron, Gabriela Cabezón Cámara.
El artista más grande del mundo, Juan José Becerra.
Una vida absolutamente maravillosa y Bartleby y compañía, Enrique Vila-Matas.
La tierra elegida, Juan Forn.
Plano americano, Leila Guerriero.
Volverse Palestina, Lina Meruane.
Chicas muertas, Selva Almada.
La historia de las marcas deportivas, Eugenio Palopoli.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

A Enrique Vila-Matas, que combina genialmente erudición, experiencias y buena prosa para escribir crónicas, ensayos, o para construir ficción a partir de la vida de infinidad de escritores y otros artistas. A los dos antes mencionados sumo, y recomiendo también, Historia abreviada de la literatura portátil. Y a Eduardo Lalo, a quien ya había leído (su novela Simone), pero este año completé la “trilogía de la invisibilidad”, con La inutilidad y Los países invisibles. Valen la pena.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Lo primero que se me viene a la cabeza es hacer una distinción entre los terrenales (contemporáneos, vivos) y los no (los olímpicos). Pero en detrimento de los terrenales no la voy a hacer. Siempre tuve fuerte predilección por aquellos que escriben o escribieron en español (ficción), por obvias razones relacionadas con las traducciones (no la calidad de la traducción, la pérdida que sufre un texto reprocesado en otro idioma, de la que ya tanto se ha hablado y escrito).

Di Benedetto, Conti, Saer, Artlt, Borges, Marechal, Piglia, Walsh, Bayer, Onetti, Bolaño, Quiroga, Rulfo, García Márquez, Kafka, Dostoievski, (aunque no sepa ni alemán ni ruso), Vonnegut, Shakespeare, Pinter, Pessoa. Está bien: Martín Kohan, Patricio Pron, Hernán Ronsino, Selva Almada, de los contemporáneos.

Confieso que no menciono algunos escritores porque he leído solo dos o tres títulos y, aunque me parecieron fantásticos, creo debería leer más de su obra para incluirlos. Por caso: Sebald, Céline o Echenoz (Sobre la historia natural de la destrucción, Viaje al fin de la noche y Correr, respectivamente, me parecen lecturas obligadas). O los casos muy particulares de Rafael Pinedo, Jorge Baron Biza, Edouard Levé, o John Kennedy Toole, que tienen solo un par de títulos pero magistrales.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?


Ojalá fueran solo diez. Me remito a la pregunta anterior, dando prioridad a los escritores latinoamericanos, para ser más o menos consistente (y elijo un título de cada uno pero podrían ser varios, o toda su obra):

Zama, Antonio Di Benedetto
Mascaró, el cazador americano, Haroldo Conti
La grande, Juan José Saer
Los siete locos, Roberto Arlt
El Aleph, J. L. Borges
La patagonia rebelde, Osvaldo Bayer
Operación masacre, Rodolfo Walsh
Cuentos completos, Horacio Quiroga
La vida breve, Juan Carlos Onetti
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

Quedan muchísimos afuera (mastodontes como Adán Buenosayres, 2666 o Yo, el supremo, que se leen con placer a pesar de su extensión), pero creo que sería un buen comienzo para quien quiera un compendio de las grandes obras que se han escrito en español.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

Varios, porque nunca fui fanático de los clásicos (el temita de las traducciones). Ulises, pero lo tengo ahí, como el vino carísimo que guardás para una ocasión especial. En similar situación está Moby Dick. Distinto es el caso de la Odisea, o el Quijote, que los veo más como la visita a un pariente que mira TN.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?


En busca del tiempo perdido. Dejé Del lado de Swann (o Por el camino de Swann, o Por la parte de Swann, o como se llame) en la página 250 y pico. Está muy bien, pero lo agarré unos años tarde, había leído mucha literatura que remitía al universo proustiano, esas odas a la remembranza, y me cansó. Lo terminaré (el primer volumen).


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado?

Si se lo dieron a Bob Dylan, el Oscar al mejor escritor se lo daría sin dudas al Indio Solari, a quien el acervo cultural y literario argentino adeuda muchísimo.


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Julián Mola es ingeniero, docente y dramaturgo. Algunas de sus obras recibieron premios nacionales y participaron de distintas selecciones: Premio Nacional “Aplausos para la inclusión”, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación 2012, Teatro x la identidad 2012, Premio Nacional “Nuestro teatro”, homenaje a Teatro Abierto, Secretaría de Cultura de la Nación 2013. En Instagram es @status_lux








jueves, 28 de marzo de 2019

Uno no escribe con ideas, sino con frases

Entrevista a Ariel Luppino, autor de Las brigadas


A fines de 2017 la editorial Club Hem dio a conocer al mundo Las brigadas, la primera novela publicada de Ariel Luppino. ¿Por qué decimos "la primera novela publicada"? Porque ya tiene escritas más de diez. Para este 2019 se espera la segunda, que se llamará Las máquinas orientales. ¿Y por qué decimos "al mundo"? Porque Las brigadas se publicará en Italia también durante este año y, además, ya está en camino la traducción al francés. 

Por Fernando Torres


¿Qué idea le da origen a Las brigadas?

Yo tenía la idea de jugar con que los discursos suban al escenario y representen un papel. Pensé en sombras chinescas. Pensé en un discurso de un acto escolar, donde hay toda una retórica, un lenguaje condicionado por el contexto. Donde hay una forma de enunciación muy acorde al marco en el que se da.


Por eso pensé en el teatrino que tiene que ver con el juego del lenguaje, con los juegos con el sentido, y también, con esos personajes infantiles que resultan aterradores. Porque, muchas veces, hay una violencia en un montón de juegos donde los adultos ejercen una violencia psicológica sobre los chicos al costo de infantilizarse ellos mismos.

Un ejemplo de esto sería el cuento de la buena pipa. Es como si quedaran atrapados en esos juegos del lenguaje; esa cuestión de la repetición genera hartazgo, una sensación de absurdo, pero también hace que las palabras aparezcan desnudas y representando un papel diferente al de la mera comunicación.

No me interesan las novelas que vienen a comunicar algo, prefiero que trasmitan sentido.


¿Esta idea se ancló en alguna experiencia tuya? ¿Podemos hablar de una idea generada a partir de una epifanía? ¿Hay una relación entre la risa y la burla?

No sé si fue tan así. Creo que la clave de lo novelesco estaba dada en la teatralidad de la lengua. De cómo la lengua pueda representar por sí sola un papel y sostenerse al margen de todas las referencias que termina licuando y absorbiendo, resignificando.


¿Cómo fue el proceso de escritura de Las brigadas? 


Yo me río mucho cuando escribo. la escritura de Las brigadas fue muy placentera y vertiginosa. Después de haberla escrito, la volví a leer recién cuando estuvo publicada.



Y respecto al plan inicial de la novela, ¿hubo mucha diferencia entre lo que vos imaginaste y lo que finalmente terminó siendo Las brigadas? ¿Se puede lograr la exactitud entre el plano de lo imaginario y de lo material en relación a esa idea de novela?


Yo creo que la clave de este asunto está en que uno puede llegar a tener una idea pero con la idea solamente no alcanza. Uno no escribe con ideas, sino con frases. Primero una frase, después otra, y así… En algún momento, uno deja de escribir una novela para empezar a escribir otra. Entonces, me parece que ese pasaje es otra forma de la felicidad. Con la lectura, me parece, tendría que ser igual.


El encierro y la opresión que atraviesa al mundo que construiste en Las brigadas, ¿podías, en algún punto, padecerlo? 

Todo ese terror y todo ese condicionamiento está, pero digo, esa atmósfera opresiva es tan interesante como cualquier otra. Hay que aprender a disfrutarla. En la literatura se puede disfrutar. En la vida, uno no puede más que padecer. Pero está claro que la literatura es algo completamente diferente a la vida.



Me encuentro ante varios diálogos de Las brigadas y no puedo dejar de pensar en Los dos payasos, de César Aira, y un poco menos, tal vez, en Esperando a Godot y Fin de partida, de Samuel Beckett. ¿Es posible señalar esta matriz?

Con esta lectura que hacés, acá podría decir que, nuevamente aparece la teatralidad de la espera. Cuando no pasa nada, en realidad, también está pasando algo. Es la imposibilidad total que no pueda estar pasando algo. Siempre hay una aventura, incluso en el caso más extremo de la inacción.



¿Quiénes son los escritores que más te gustan?

Alberto Laiseca y Osvaldo Lamborghini. Si uno toma como referencia a estos escritores uno tiene la obligación, si escribe literatura, de intentar hacer algo diferente. Además son imposibles de copiar (risas). Es como si ellos mismos hubiesen creado los mecanismos de autodefensa para no ser plagiados. Cualquiera que haga el intento va a quedar en un lugar ridículo. Y además son un arma de doble filo.

... Una tentación muy grande en el caso que suscitan César Aira o Juan José Saer.

A Aira uno lo lee, ve sus procedimientos y pareciera creer que copiándolo (al procedimiento), puede escribir una novela como las que escribe él. Pero quienes intentan eso no tienen en cuenta que Aira tiene una poética inasible, que es lo único que importa en la literatura.

Con Saer pasa algo parecido. Me parece que Saer tradujo el nouveau roman al “santafesino”, hay algo del objetivismo del francés, y cuenta el detalle de un detalle, y por momentos parece que cuenta “lo mínimo”, como si jugara con esa idea de Flaubert de contar una novela sobre nada. Y otra vez, me parece que muchos se quedan con esa nada y pierden de vista la poética de Saer.

Y la poética es lo que más importante para definir a un escritor y me parece que en ese sentido Laiseca y Lamborghini no presentan esa tentación, son imposibles de copiarlos. Es muy difícil de ver dónde están. Y en ese sentido pueden ser como una fuente de inspiración, en la medida que son una obligación para hacer algo distinto, algo nuevo.

Pero sí, por supuesto, me interesa la obra de Aira y de Saer.






Para leer una reseña sobre Las brigadas haga click aquí











miércoles, 27 de marzo de 2019

¿Cómo se lo presentó a Juan José Saer cuando era un absoluto desconocido?




"Juan José Saer pertenece a la última generación de escritores argentinos. Nació en el año 1937 en un pueblo de provincia y está ahora radicado en Santa Fe. Éste es el primer libro que publica. En diversos diarios y revistas fué dando cuentos y poemas; algunos de los primeros, han sido incluídos en este volumen. Todos sus trabajos están marcados por una firme orientación polémica e inconformista. Posee un natural y muy propio sentido del lenguaje, pero ya se advierte que no es en este plano en el que se fijan sus búsquedas, sino en el más profundo de la conciencia y la conducta humanas. Como una gran parte de la mejor literatura reciente, este libro de Saer no elude las contradictorias y a veces diabólicas formas de la vida inmediata. Por el contrario las indaga y asume para tratar de aclararlas y comprenderlas. Su actitud es, en este sentido, valiente y lúcida, e implica un compromiso no sólo con la realidad circundante sino también con valores éticos de muy alta exigencia y difícil adhesión."



El texto pertenece a la solapa de su libro En la zona, que terminó de imprimirse el día 26 de octubre de 1960 en los talleres de la Librería y Editorial Castellví S.A. - San Martín 2355 - Santa Fe (Argentina).








La dialéctica de las víctimas y los victimarios




Si la literatura argentina le debe gran parte de su poder de fuego a la violencia política, basta con pensar en El matadero, Martín Fierro y Facundo (por mencionar sólo tres libros de nuestra época clásica); o en Operación masacre, El niño proletario, Los pichiciegos y Glosa (ejemplos de nuestro pasado más reciente), para comprobar que Las brigadas (Club Hem, 2017) de Ariel Luppino, inevitablemente, viaja hacia ese destino. 

“Las brigadas nos llevaron en camiones cual ganado al matadero".(p.9)

Pero todo libro que se inscribe en una tradición debe agregar algo. Y lo que agrega Luppino es una salvedad, una excepción que volverá el escenario más terrible, por no decir perverso: si antes el mundo se dividía entre buenos y malos, en Las brigadas el paradigma ha cambiado para devenir, simplemente, en víctimas y victimarios. 

Y esto sucede en Las brigadas ya no por las fallas que puedan verificarse en el sistema (en el mundo de la historia), en la racionalidad aplicada al uso de la violencia, sino en su exacerbación misma: el poder ha conseguido aplastar a sus víctimas. Lo hace directamente a través de sus verdugos, meros funcionarios, sin necesidad de mostrar o al menos de querer esconder, su verdadero rostro. Sólo conoceremos a los técnicos del espanto, y no a sus jefes intelectuales.

***

Pero en Las brigadas junto al sumisión y al terror viene acompañada de la risa, la parodia. Esta risa, que no es estéril, que no es burlona, es la que permite que podamos apreciar el lenguaje, los recursos que despliega el autor en su literatura. De otro modo, nos resultaría intolerable.

"¿Qué diferencia hay entre sacarle un huevo a una gallina y cargarse un pollo?" (p.75)

Pensar en esta primera novela de Luppino nos hace rememorar una de las novelas más profundas de César Aira, vaya paradoja, de aparente lectura sencilla y de aparente contenido superficial: Los dos payasos

"No todo van a ser palos -dijo-. Te voy a sacar de este aguantadero de parias y te voy a llevar como cebador de mate al casino de oficiales (...) Y cuidado con que el mate venga lavado -dijo el Milico, entre risas, cuando me presentó en mi nuevo rol frente a la soldadesca. Hubo aplausos para mí". (p. 49-50)

Novelas que, Los dos payasos y Las brigadas, a su vez, nos remite al Michel Foucault y a la arquitectura de las sociedades disciplinarias, del sofocamiento, del encierro, del castigo, de las bondades de la normalización, cuya salida después de atravesar esas puertas dejan secuelas imborrables, y de algunas instituciones como el hospital, la cárcel y la escuela. ¿Recuerdan la escena del hombre controlando con una escopeta que nada se salga de los carriles normales, mientras los obreros "trabajan", arman la jaula y donde todos incluidos el lector, es un mero espectador?

“No respeté ninguna cultura ni ley, porque ambas cosas son inauténticas para el hombre” (p.29)


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Post Scríptum

Una de las frases más comunes que recorre el mundo de la literatura tiene que ver con aquella que se usa para referirse a un autor que se descubre de manera tardía, "el secreto mejor guardado de la literatura..." Acá podría completarse la frase con los gentilicios que uno desee. 

Esa frase funciona como un atajo, o como una herramienta para deslindar la propia responsabilidad que cada uno tiene como lector por haber descubierto "tarde" algún libro o algún autor. Pero vale decirse que no hay secretos. Hay libros leídos y libros no leídos. Hay un mundo editorial y un mercado editorial. Hay editores y correctores y hay también imprentas. Hay trabajo de prensa y obviamente, pero prefiero redundar a no decir: hay lectores. 

Si los libros no llegan a muchos lados, es cierto que muchas veces ocurre porque no hay dinero ni espacio físico para almacenar o enviar los libros a cualquier lugar. No son baratos los transportes y si no se está en un centro urbano de al menos mediana importancia, los tiempos se extienden tantísimo más. Pero es cierto también que cada día más hay más ferias y encuentros de lecturas, además de las imprescindibles librerías Y ahí hay una oportunidad, La posibilidad  del descubrimiento y de una nueva lectura. Ahí es donde se ve a un lector apostando, como si fuera un casino literario, por un autor ignoto y seguramente todavía sin reseñas, que tendrá la suerte, tal vez, de contar con una seductora contratapa o con datos interesantísimos en sus solapas. Digresión de la digresión: les recomiendo que lean la solapa del primer libro que publicó Juan José Saer cuando era un absoluto desconocido (hacer click aquí). Con un editor que leyó al autor desconocido desde un borrador, que después le haya gustado y encima, con los pesos de su bolsillo, se haya decidido a editarlo y arrojar un nuevo libro al mundo. 

Las brigadas. Todo suyo, lector.

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Libro: Las brigadas
Año: 2017
Páginas: 174
Editorial: Club Hem
Colección: Narrativa Sinfonía Emergente
Editor: Francisco Magallanes
Ciudad: La Plata
Distribución: Malisia Distribuidora





Para leer una entrevista a Ariel Luppino, haga click aquí


















sábado, 2 de febrero de 2019

Ricardo Romero: Los lectores y los libros

Ricardo Romero
Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

No estoy seguro, pero calculo que entre 25 y 30. No son tantos. Con el tiempo me he vuelto un lector más lento. Y más intenso. Si el libro me gusta, releo mucho mientras leo.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Varias novelas largas en las que estuve metido durante meses. El rey pálido, de Foster Wallace y Solenoide, de Mircea Cărtărescu. También sumaría Luz, de M. John Harrison. Las tres, maravillosas, delirantes, poéticas e incómodas.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

David Foster Wallace, con el que ya venía del año pasado, después de leer La broma infinita, y Cartarescu, del que si bien había leído El ruletista con Solenoide entré en otro nivel de experiencia.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Soy un lector entusiasta y agradecido, por lo que tengo muchas preferencias. Así, entre una inhalación y una exhalación me salen:  Onetti, Arlt, Simenon, Faulkner, Beckett, Conrad, Levrero, Bolaño, Daniel Moyano, Conti, M. John Harrison, Modiano, Steven Millhauser, Thomas Wolfe, Dickens, Foster Wallace, Cărtărescu.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

No me siento cómodo con los "debería".


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

Un clásico ente los clásicos no leídos: En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Igual lo de jurarme tampoco me sale mucho que digamos. En realidad preferiría prometerme que voy a releer Los demonios, de Dostoievski.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

El Ulises. Lo empecé dos o tres veces y no pasé la página 100. No es para mí. O no lo ha sido hasta ahora.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

Mircea Cărtărescu. Porque con Solenoide me hizo acordar a Thomas Wolfe. De pronto uno tiene la sospecha de que no solo está leyendo. De que está haciendo algo más inefable.



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Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y desde 2002 vive en Buenos Aires. Fue director de la revista de literatura Oliverio entre 2003 y 2006. Tiene publicado el libro de cuentos Tantas noches como sean necesarias (2006) y las novelas Ninguna parte (2003), El síndrome de Rasputín (2008), Los bailarines del fin del mundo (2009), Perros de la lluvia (2011), El spleen de los muertos (2013), Historia de Roque Rey (2014), La habitación del Presidente (2015) y El conserje y la eternidad (2017). En colaboración con Luciano Saracino escribió el guión para la película Necronomicón (2018). Con la novela Yo soy el invierno ganó en 2017 el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes. Es editor de Gárgola Ediciones, donde dirige la colección “Laura Palmer no ha muerto”, y de Negro Absoluto, colección dirigida por Juan Sasturain. Dicta cursos en la Biblioteca Nacional y es docente en la Universidad Nacional de las Artes. Ha sido traducido al inglés, al portugués, al francés y al italiano.








martes, 29 de enero de 2019

Ana Correa: Los lectores y los libros

Foto de Alejandra López
Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

No llevo la cuenta, lo empezaré a hacer este año. Pero teniendo en cuenta que por el programa de radio suelo leer hasta tres libros por semana, y que hubo semanas que por exceso de trabajo no llegué con todos, voy a decir uno por semana. Digamos unos sesenta y cuatro en el año.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Disfruté muchísimo Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo. No había leído nada de ella y me pareció un libro sublime. Es un libro que todos deberíamos leer. Después leí Enero y Pantalones azules, de ella también. Es una autora que es un viaje de ida. Me gustó mucho Quien no, de Claudia Piñeiro. Los cuentos son otra forma de redescubrirla y adquiere mucha más actualidad porque tiene mucho que ver con explorar lo que los humanos guardamos tras una fachada. Exactamente lo mismo que me pasó con El lugar donde mueren los pájaros, de Tomás Downey. Un autor que también recomiendo mucho leer.
De afuera, disfrute mucho La librería, de Penélope Fitzgerald. Y no sé si la palabra es disfrutar porque es un poco tremendo por su actualidad, pero me pareció un gran libro Laetitia o el fin de los hombres, de Iván Jablonka. Agrego Por qué volvías cada verano, de Belén López Peiró.
Por último, uno que tenía pendiente de Philip Roth, La mancha humana.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

John Irving, César Aira, Juan Forn, Natalia Ginzburg, Charlotte Bronte, Jonathan Franzen, Rachel Cusk, Idea Vilariño y Philip Roth. Seguro me olvido de algunes.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, de John Irving
Grandes Esperanzas, de Charles Dickens
Pastoral americana y La Mancha humana, ambos de Philip Roth
Un cuarto propio, de Virginia Woolf
El segundo sexo, de Simone de Beauvoir
Libertad, de Jonathan Franzen
Uno o dos de Borges
Uno o dos de Cesar Aira
Estrella distante, Roberto Bolaño


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

Retrato de una dama, de Henry James.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Ulises, de James Joyce


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Tomás Downey y Mario Flores, ambos argentinos. Un placer descubrir que están ahí y escriben tan bien. Y la biografía de Victoria Ocampo, La hermana meno, de Mariana Enríquez.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera solamente de vos, ¿a quién le hubieras otorgado el premio?

A César Aira. Me parece muy genial y me encantaría que todos los descubriéramos.


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Ana Correa es abogada y siempre se dedicó a la comunicación política, aunque su gran amor es la literatura. Activista por los derechos de las mujeres, en 2015 participó de la organización de la primera marcha de Ni una menos. Actualmente, conduce un programa de radio sobre literatura llamado Nota al pie, (junto a Gonzalo Heredia), y que comenzará su segunda temporada a partir de este viernes 1° de febrero, por FM Radio Con Vos 89.9. Recomienda libros en Instagram en @anaelecorrea




jueves, 24 de enero de 2019

Florencia Ure: Los lectores y los libros

Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

Fui jurado de un premio para el que leí ciento treinta originales. Por gusto, cincuenta.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Guadalupe Nettel, Fabio Morábito y Carolina Sanín.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Carolina Sanín. La escuché en el FILBA, me encantó lo que leía y me compré Los niños.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Edith Wharton, Iris Murdoch, Agota Kristof, Herta Müller, Patricia Highsmith, John Cheever, Gustave Flaubert, Marcel Proust, Henry James, Bioy, Ibsen, Jane Austen, Stendhal, Philip Roth.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

La Cartuja de Parma, de Stendhal
Rojo y negro, de Stendhal
El mar, el mar, de Iris Murdoch
En busca del tiempo perdido (vale como uno), Marcel Proust
La conciencia de Zeno, Italo Svevo
Sueño crepuscular, de Edith Warthon
La novela del matrimonio, de Tolstoi
El temblor de la falsificación, de Patricia Highsmith
Daisy Miller, de Henry James
Dormir al sol, de Adolfo Bioy Casares


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

Moby Dick, de Herman Melville.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Rayuela, de Julio Cortázar.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

Philip Roth. Todos sus libros me parecen genial. Es sorprendente y no se copia a sí mismo. Como obra integral creo que es único.




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Florencia Ure trabajó en el área de Comunicación de la editorial Planeta, Tusquets, El Ateneo y Penguin Random House. Unos años en la productora Ideas del Sur. Ahora edita SIE7E PÁRRAFOS, la sección de libros de RED/ACCION.





martes, 15 de enero de 2019

Leonardo Di Lorenzo: Los lectores y los libros

Foto de Hernán Giles Jadli

Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?
Leí alrededor de sesenta libros.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Antología poética, de Fernando Pessoa; Claus y Lucas, de Agota Kristof, El cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica; Este pálido mundo mío, libro de cuentos de Martín Sancia Kawamichi; ¿Para qué sirve la filosofía?, de Darío Sztajnszrajber, La dimensión desconocida, de Nona Fernandez; La hora de la estrella, de Clarice Lispector; Cuentos de hadas en Nueva York, de J.P. Donleavy; y Los Miserables, de Victor Hugo.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Descubrí a Clarice Lispector que la venía postergando hacía mucho y me deslumbró. Y los cuentos de Tomás Downey.


Lectura general 

¿Cuáles son tus autores preferidos?

Fiódor Dostoievski, Albert Camus, Clarice Lispector, Victor Hugo, Kurt Vonnegut, Fernando Pessoa, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriela Cabezón Cámara, Pablo Ramos, Luis Mey.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?
  • Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoievski
  • El extranjero y La peste, de Albert Camus
  • Los miserables, Victor Hugo
  • Del sentimiento trágico de la vida, Miguel de Unamuno
  • La hora de la estrella, Clarice Lispector
  • Teoría King Kong, Virginie Despentes
  • Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano
  • El Aleph, de Jorge Luis Borges 
  • Final del juego, de Julio Cortázar


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

Guerra y paz, de Lev Tolstoi, y Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Rayuela, de Julio Cortázar.


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Leonardo Di Lorenzo es jugador de fútbol profesional y actualmente viste los colores del Club Atlético Temperley, institución a la que llegó en el año 2013. Fue campeón del torneo argentino Clausura 2001 con San Lorenzo de Almagro (club donde se formó), bajo la dirección técnica de Manuel Pellegrini, y también obtuvo la Copa Mercosur 2001 y la Copa Sudamericana 2002. Condujo un programa de radio sobre literatura junto a Ignacio Bogino, también futbolista, llamado Final del juego, por FM Urbe.









domingo, 13 de enero de 2019

Natalia Gelós: Los lectores y los libros

Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

Mmm…no llevo la cuenta. La otra vez entrevisté a Forn y decía que había que hacer un registro de las cosas que leemos porque a fin de año nos quedaba como un diario de lectura, que a la vez es como un diario de nuestros días. Me  propuse hacerlo este año. Quizás uso la cuenta de Instagram doble que se me armó sin querer. Vuelvo: no sé. Digamos, por poner un número simbólico, alrededor de treinta entre gusto, trabajo, consulta. Quizás es menos. Quizás es más.

¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

Enumero algunos. No van en orden:

La ilusión de los mamíferos, de Julián López y Adentro tampoco hay luz, de Leila Sucari. María Domecq, de Juan Forn. El libro del anhelo de Leonard Cohen, los dos que salieron en 2018 de Sara Gallardo: Los oficios y la reedición de Enero. Loco afán de Pedro Lemebel, Secretos de belleza de Jean Cocteau, La vida de las abejas de Maurice Maeterlinck. Black out de María Moreno creo que entró entre mis lecturas del año pasado. Una más: El río en la noche, de Joan Didion. Crónica de mi familia, de Vasco Pratolini. Seguro que después me surgen otros, pero estos son, al menos, los que me vienen a la mente ahora. Uno más: La hermana menor, de Mariana Enríquez.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Maurice Maeterlinck.



Lectura general 


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Natalia Ginzburg , Andrés Rivera, María Moreno,  Juan Forn,  Katherine Mansfield,  Clarice Lispector,  Miguel Briante,  Joan Didion. La lista sigue…


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

  • Moby Dick, de Herman Melville
  • Zama, de Antonio Di Benedetto
  • Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg
  • Matar un ruiseñor, de Harper Lee
  • Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga
  • La revolución es un sueño eterno, de Andrés Rivera
  • Operación Masacre, de Rodolfo Walsh
  • Los viernes, de Juan Forn
  • De vidas ajenas, de Emmanuel Carrère
  • Del caminar sobre hielo, de Werner Herzog

(Mañana la lista cambia, como la lectura del tarot)


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Creo que Rayuela.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

Margaret Atwood responde al clima de época y tiene una obra a la altura del premio. Imagino que sería una candidata digna. Sería interesante dárselo a Stephen King, por producción, por influencia en la cultura, para remover el avispero…



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Natalia Gelós es periodista freelance. Estudió en la Universidad de La Plata. Ha colaborado en Ideas, de La Nación, sección Cultura del diario Clarin, el blog de Eterna Cadencia, el sitio Socompa, revista Brando, Crisis, Anfibia y por ahí. Es autora del libro Antonio Di Benedetto Periodista (Capital Intelectual)






 

viernes, 11 de enero de 2019

María Azul Álvarez: Los lectores y los libros

Foto de Federico Gori en Armonía Libros
Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

Leo un par de libros en paralelo por semana: uno de narrativa y otro de poesía.  Pero hay libros qué requieren mucho más tiempo por la extensión o lo afectivo.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

  • El artista más grande del mundo, (Seix Barral) de Juan José Becerra
  • Magnetizado, (Anagrama) de Carlos Busqued 
  • Todo cuanto amé, (Anagrama) de Siri Hustvedt
  • Para que exista esta isla, (Postales japonesas) de Julieta Lopérgolo 
  • Bildungsroman, (Gog&Magog) de Marcelo Daniel Díaz
  • Un útero es del tamaño de un puño, (Zindo&Gafuri) de Angélica Freitas 
  • Baladas, (Caleta Olivia) de Hilda Hilst 
  • Tala, (Alianza) de Thomas Benhard
  • Lo irreparable, (Corregidor) de Gabriel Payares
  • Fin del Invierno en Maine, (Barba de abejas) de Theodore Enslin
  • Sebastián en el sueño, (Abend) de Georg Trakl
  • El día de los trífidos, (Minotauro) de John Wyndham
  • Noche cerrada, mar abierto, (Leteo) de J. B. Duizeide
  • La infancia que huyó de mí, (Llantén) de  Nika Turbiná 
  • Encontraste un alma, (Nórdica) de Edith Södergran
  • Buceadores de la piel, (Bartebly) de Anne Michaels
  • El árbol de palabras, (Bajo La Luna) de Mirta Rosenberg

Esta pregunta se completa con los cuatros autores “encontrados”


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Hay cuatro libros qué fueron muy conmovedores: El nadador en el mar secreto, de William Kotzwinkle (Navona); Sangre en el ojo, de Lina Meruane (Mondadori); Plop, de Rafael Pinedo (Interzona), y Del tiempo y del río, de Thomas Wolfe (Montesinos).


Lectura general 


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Esta es una respuesta de circunstancia, mañana vemos: Roberto Arlt, Thomas Bernhard,  Alan Bennet, Jorge Luis Borges, Ray Bradbury, Emily Dickinson, Humberto Constantini,  Fiódor Dostoievski, John Fante, Sara Gallardo, Franz Kafka, Yasunari Kawabata,  Karl Kraus, Knut Hamsun, Felisberto Hernández, Bohumil Hrabal, Pedro Lemebel, Osvaldo Lamborghini, Cormac McCarthy, Alda Merini,  Henry Miller,  Fabio Mórabito, Flannery O'Connor, Juan Carlos Onetti,  Fernando Pessoa, Edgar Allan Poe, Manuel Puig, Joseph Roth, Philip Roth,  Alfonsina Storni, Héctor Viel Temperley, Susana Thénon, Marina Tsvietáieva,  Idea Vilariño, Ida Vitale, José Watanabe, Stefan Zweig.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

Los diez libros que todo lector qué se precia debería leer figura en cualquier lista de internet. Dudo que se pueda generalizar tanto. La lectura tiene un aspecto muy solitario pero nos permite también salir al encuentro de otros lectores y sobre todo de libreros. Los libros que leímos se dan gracias a la generosidad de los libreros que nos abrieron un mundo de posibilidades. Hay librerías maravillosas qué generan espacios para todos los lectores, la lectura debe ser un goce y un descubrimiento.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

El hombre sin atributos, de Robert  Musil.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

Me parece desopilante qué no lo hayan otorgado. No puedo juzgar su prestigio, pero claramente hay libros qué se distribuyen masivamente gracias a este premio. Deberían dárselo a una mujer, debe haber muchas candidatas que lamentablemente no hemos leído, pero propongo a Chantal Maillard, Margaret Atwood, Ida Vitale ó Elena Poniatowska.


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María Azul Álvarez es Licenciada en Ciencia Política y trabaja en Comunicación Pública. 
Es Lectora Serial en Instagram y tiene una columna sobre libros en el podcast Sale Papusa para la Librería Caburé.









jueves, 10 de enero de 2019

Diego Cano: Los lectores y los libros

Diego Cano, creador de la página Todo Aira y director del
Centro de Estudios e Investigación histórica (CEIH) 
Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018?

No llevo la cuenta, leo bastante, mucho en partes, varios libros a la vez, más de cien completos y algunos más de lecturas parciales. Me muevo mucho por la necesidad de gusto y discusiones de lecturas particulares que pueda tener: dejo fluir mucho esa necesidad, tanto que a veces me obligo a sistematizar de alguna forma para no dispersarme por demás. De ahí salió un poco la idea de hacer en Twitter la lectura colectiva de Kafka que me forzó a leer y releer cosas con un nivel de densidad que no lo hubiera hecho sin esa obligación.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año?

No puedo ser parcial, lo digo de antemano, tengo predilección por César Aira a pesar de cierta incomodidad por la ausencia de política en sus novelas. Un filósofo y Prins, que salieron en 2018, renovaron mi admiración por él. No voy a entender nunca de dónde saca tanta creatividad. Leí por primera vez este año La ciudad, de Levrero. Si no lo leyeron todavía, los invito a que lo hagan ya. Es un Kafka superior, de otro nivel y rioplatense. Muchas de estas lecturas (sino la mayoría) se las debo a Ricardo Strafacce de quien soy admirador y amigo, y asisto a sus talleres cuando puedo. Su novela última, La escuela Neolacaniana de Buenos Aires, me pareció de lo mejor de los últimos tiempos en la literatura argentina. Comparto la opinión de Edgardo Cozarinsky: La Escuela Neolacaniana... es la única novela política sobre la Argentina de este siglo. Redescubrí también El castillo, de Kafka: ahí él se supera así mismo llegando, para mí, a su cenit. Leí también, por recomendación de Carlos García-Alix, a Patrick Modiano. Sus novelas sobre la Francia ocupada por los nazis son increíbles y tienen mucho de la cosa rupturista de Céline que me parecieron fascinantes y estimulantes para la lectura. Es un autor de esos que no te podes quedar pasivo como lector, te interpela todo el tiempo, como Kafka. Leí este año, y me convertí en su ferviente admirador, El artista más grande del mundo, de Juan José Becerra, disfrute de la primera a la última hoja y casi no pude parar de leerlo hasta terminarlo. Perdón, se me olvidaban tres lecturas que me parecieron enormes. Oliverio Girondo y su vanguardismo furioso en Espantapájaros y La másmedula, creo que no se lo valora acá de manera suficiente. Otro que vivió acá y que es ninguneado es Ramón Gómez de la Serna, el padre de todas las vanguardias, sus Greguerías son increíbles. Y por último me gusto mucho la poesía de Fabián Casas que la conocí este año. Tiene cierto tufillo arltiano su uso del lenguaje, tan porteño, que sentí una mancomunión con su fluidez que me produjo mucha admiración.



Lectura general


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Se me impone nombrar a alguien que no mencioné en la pregunta anterior y que releo permanentemente sólo para divertirme y buscar inspiración: Copi. Si me prepoteás, te diría que es superior a Borges (ahre, dirían mis hijas). Creo de verdad que Copi me produce un grado de placer en la lectura que pocas veces he conseguido leyendo otros autores. Por supuesto que mi autor preferido es Borges. Creo haber releído este año más de cinco veces El Sur, Ema Zunz, El Aleph y Deustches Requiem. Obviamente Aira de quien nunca termino de aprender y seguiré haciéndolo eternamente. Y por supuesto Ricardo Strafacce, lamentablemente es más conocido por la biografía de Lamborghini, y sus novelas para mi, insisto, son de lo mejor de la literatura argentina que por lo menos me gusta a mí, esa combinación perfecta de literatura realista exagerada, casi expresionista, del desparpajo total y absoluto y que sin ceder un ápice a la forma, a la literatura en su unidad por sí misma, esta bañada de realidad política al punto de ser una provocación permanente de todos los sentidos, y en especial del político que a mí más me interpela.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

¡Qué difícil esta pregunta! A ver:

  1. El Aleph, de Jorge Luis Borges
  2. La internacional, de Copi 
  3. La boliviana, de Ricardo Strafacce
  4. El tilo, de César Aira
  5. El proceso, de Franz Kafka
  6. El hombre rebelde, de Albert Camus
  7. Diálogo con la muerte, de Arthur Koestler
  8. Rayuela, de Julio Cortázar
  9. Ulises, de James Joyce
  10. Los siete locos, de Roberto Arlt
  11. Romancero Gitano, de Federico García Lorca. 

Me quedan muchos en el tintero.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día?

No leí Glosa, de Juan Jose Saer, ¿podés creerlo? Prometo subsanarlo de manera urgente.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Leí e ilustre este año en la lectura colectiva de Twitter La divina comedia, de Dante y disfruté muchísimo el “Infierno”. Me aburrí terriblemente con lo demás.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas?

Definitivamente Patrick Modiano fue mi descubrimiento de este año.


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

A esta altura de las preguntas ya es voto cantado el mío: el Nobel de Literatura tiene que ser para César Aira. No conozco (y sé que puede ser sesgada mi opinión, pero nadie me la ha refutado) alguien más creativo y prolífico que él. No lo hay, estoy convencido. Coincido en eso que es superior a Borges, y además es nuestro hoy y ahora. Todo lector que he conocido y que se ha dejado llevar por sus peripecias ha sido cautivado. A algunos les cuesta más, principalmente a los que no viene de lecturas más literarias, pero Aira es lo más, el Nobel tiene que ser para él y de manera urgente.




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Diego Cano es historiador, pintor y coleccionista. Dirigió la lectura colectiva en Twitter de las obras completas de Franz Kafka en el hashtag #Kafka2018 y también lleva adelante la Fanpage en Facebook Todo Aira. Ha escrito numerosas reseñas literarias y artículos sobre historia. Publicó Jungla 3.0 Trolls: información y contrainformación, y Notas al margen a la obra de Karl Marx. En el 2019 publicará su primer novela y un libro de claves de lectura sobre Kafka. Además durante 2019 va coordinar en Twitter tres lecturas colectivas #Kafka2019, #Aira2019, y #Arlt2019. Dirige el Centro de Estudios e Investigación histórica (CEIH).






martes, 8 de enero de 2019

Agustina Larrea: Los lectores y los libros

Agustina Larrea, (foto de Alejandra López)
Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en 2018? 

Si mis anotaciones están más o menos ajustadas (ya conocemos la premisa de Tu Sam) fueron 38. Pero de esa lista suelo dejar afuera muchos libros que leo por trabajo para investigaciones o notas que estoy haciendo.


¿Cuáles fueron tus lecturas preferidas de este año? 

Voy con ediciones locales, todas de 2018 y todas de mujeres. Me encantaron Cadáver exquisito (Alfaguara), de Agustina Bazterrica; Los sorrentinos (Editorial Sigilo), de Virginia Higa; Los oficios (Editorial Excursiones), el compilado de textos periodísticos de Sara Gallardo, Tan cerca - En todo momento - Siempre (Fiordo), la edición de las nouvelles de Joyce Carol Oates e Infernales. La hermandad Brontë (Taurus), de Laura Ramos.


¿Cuál fue el libro o el autor que “descubriste” durante este año de lecturas? 

Conocía a Eduardo Muslip por otros trabajos, pero este año llegué a Plaza Irlanda, una de sus grandísimas novelas. Indeleble.


Lectura general 

¿Cuáles son tus autores preferidos? 

De la Argentina Manuel Puig, Silvina Ocampo y Sara Gallardo. De afuera un montón. En cualquier orden: Julian Barnes, Nancy Mitford, Stephen King, Margaret Atwood, Lorrie Moore, Evelyn Waugh, Emmanuel Carrère, Jane Austen, Agota Kristof.



¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer? 

¡Qué difícil! También, en cualquier orden y los que se me ocurren hoy (mañana seguro pienso que deberían ser otros). The Woman in White, Wilkie Collins; Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski; Operación masacre, Rodolfo Walsh; Persuasión, Jane Austen; Boquitas pintadas, Manuel Puig; Great Expectations, Charles Dickens; El cuento de la criada, Margaret Atwood; Mientras escribo, Stephen King; Claus y Lucas, Agota Kristof; The Pursuit of Love, Nancy Mitford.



¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te juras leer algún día? 

El Ulises de Joyce. Lo prometo.



¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar, o dicho más fácilmente, que no te gustó? 


Esto me da mucho pudor. Porque es un clásico ejemplo de “no sos vos, soy yo”. Lo intenté muchas veces, con varios de sus libros. No hay caso. No puedo con nada de Roberto Bolaño (inserte aquí emoji de cara triste).


En 2018 la Svenska Akademien (Academia Sueca) no entregó el Premio Nobel de Literatura. Si dependiera de vos, ¿a quién se lo hubieras otorgado? 

Margaret Atwood. Su año, sin dudas.


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Agustina Larrea nació en La Plata, en 1982. Es periodista y docente. Trabaja como editora de la sección Sociedad en el sitio de noticias Infobae, donde escribe sobre temas y personajes muy diversos. En 2014 publicó en co-autoría Quién es la chica. Las musas que inspiraron las grandes canciones del rock argentino (Penguin Random House) y está trabajando en un nuevo libro de no ficción. Vive en Villa Crespo, Buenos Aires. Los libros y el tiempo nunca le resultan suficientes.







domingo, 6 de enero de 2019

Los libros leídos y (no) leídos de 2018

Como ustedes ya saben, las listas ¡oh, el vértigo de las listas! son tan arbitrarias y tan personales que hasta podrían hablar de quiénes las confeccionan. A pesar de esto, y sobre todo para no dejarlos en el olvido, me animé a dejar apuntados los libros que leí el año pasado y también los que me quedaron pendientes para este 2019.

Esta que les compartiré a continuación, no pretende ser una guía de los libros que deban leer sí o sí antes de morirse y dudo de que les pueda funcionar como un catálogo de recomendaciones. No creo que puedan utilizarlo como "mapa literario" específico del año que acaba de finalizar. Tan solo se trata de compartir con ustedes lo que tanto nos gusta: la lectura.

Antes de pasar al listado de los libros debo anticipar algunas cuestiones: algunos de ellos los leí a finales de 2017 y los terminé en 2018. Por esta razón es que el parámetro “año 2018” no debe tomarse con rigurosidad. Tampoco voy a establecer un ránking de orden desde los libros que más me gustaron a los que menos lo hicieron, ni viceversa; mucho menos voy a tener en cuenta el año de edición de los títulos seleccionados.

Se trata simplemente de ir recordando con la ayuda de mi libreta de anotaciones cada uno de los libros leídos.También van a entrar en este listado libros que leí en otros años pero que, o por placer o por trabajo, volví a encontrarme con sus páginas. Este fue el caso de Autorretrato, de Édouard Levé; de El adversario, de Emmanuel Carrère, o el consagrado Black out, de María Moreno. Uno que siempre releo durante los veranos es uno de los grandes clásicos del siglo pasado de la literatura argentina, Los siete locos, de Roberto Arlt. Otro libro que siempre está al alcance de mis manos es La ciudad y las leyes, de Cornelius Castoriadis.

Para hacer justicia poética y literaria, debería escribir también una nota con los libros que tengo en mi biblioteca y que aún no leí. De sólo repasar algunos nombres que me figuran en la columna de pendientes las pulsaciones se me suben a mil: prometí cumplir con 4 3 2 1, de Paul Auster y ahí está, impoluto en la biblioteca; El mapa y el territorio, de Michel Houllebecq es un libro que compré dos veces y las dos veces lo regalé sin haber pasado una página.

Una deuda histórica que todavía no (me) saldé es la que tengo con Fiódor Dostoievski y Los hermanos Karámazov (mientras escribo esto quiero morirme); todavía no terminé de leer Panfleto, el nuevo libro de María Moreno; uno de los que sí debería leer es el volumen cinco del noruego Karl Ove Knausgård titulado Tiene que llover, porque durante este 2019 vendrá el sexto y último volumen de Mi lucha.

El libro que me gustó mucho y no pude terminar sólo porque se me vino el año encima es el monumental Libro de los mártires americanos, de Joyce Carol Oates. Vuelvo a nombrar a Carrère y es para recordarme dos de sus libros que quisiera leer: el ensayo biográfico sobre Philip  K. Dick Yo estoy vivo y vosotros estáis muerto y Limónov. Cuentos de hadas de Nueva York, J. P. Donleavy, es otro de los que esperan en la mesa de luz para ser terminado. Lo que leí de Teoría y práctica, de Francisco Bitar me pareció más que bueno; por eso, es otro de los títulos que voy a leer al cien por ciento. Por último, la editorial independiente Corregidor publicó a fines del año pasado las Intervenciones, de Eduardo Lalo, y su última novela, Historia de Yuké.

De filosofía, dos libros me quedaron sin terminar, y ambos son de Franco Berardi (Bifo): La sublevación, y La fenomenología del fin. Ah, me permito nombrar uno más: la biografía de Cornelius Castoriadis que fue escrita por Francois Dosse y publicada por Cuenco de plata, también en 2018.

Pero mejor terminar ahora mismo con esta "lista negra” acá y volver a los libros que sí leí en el todavía cercano 2018 y que lentamente comenzamos a dejar atrás:

  • Poemas de amor, Idea Vilariño, Lumen
  • Fiebre en las gradas, Nick Hornby, Anagrama
  • Un filósofo, César Aira, Iván Rosado
  • La dimensión desconocida, Nona Fernández, Literatura Random House
  • César Aira, un catálogo, Ricardo Straface, Mansalva
  • Cuentos completos, Rodolfo Enrique Fogwill, Alfaguara
  • La casa de los conejos, Laura Alcoba, Edhasa
  • La historia de las marcas deportivas, Eugenio Palópoli, Blatt & Ríos
  • Los espantos, Silvia Schwarzböck, Cuarenta ríos
  • El caos, J. Rodolfo Wilcock, La bestia equilátera
  • Por qué se cuece el niño en la polenta, Agladja Veteranyi, Pelota de trapo
  • Oración, María Moreno, Literatura Random House
  • Un séptimo hombre, John Berger, Interzona
  • 78. Una historia oral del mundial, Martín Bauso, Sudamericana
  • 1917, Martín Kohan, Ediciones Godot
  • Summa technologiaie, Stanislaw Lem, Ediciones Godot
  • Suicidio, Edouard Levé, Eterna Cadencia
  • Por qué volvías cada verano, Belén López Peiró, Madreselva


  • Evasión y otros ensayos, César Aira, Literatura Random House
  • El último Maradona, Andrés Burgo y Alejandro Wall, Aguilar
  • Deslinde, Debret Viana, Hojas del Sur
  • La luz negra, María Gainza, Anagrama
  • A medio borrar (antología), Juan José Saer, Booket
  • La convención, Débora Mundani, Corregidor
  • Knockemstiff, Donald Ray Pollock, Literatura Random House
  • Capitalismo de plataformas, Nick Srnicek, Caja Negra
  • Desarticulaciones, Sylvia Molloy, Eterna Cadencia
  • El hijo judío, Daniel Guebel, Literatura Random House
  • Una aventura, César Aira, Mansalva
  • Hospital Francés, Daniel Gigena, Caleta Olivia
  • Nada de nada, Hanif Kureishi, Anagrama
  • Cerrado por fútbol, Eduardo Galeano, Siglo XXI
  • Los peregrinos del fin del mundo, Gustavo Ferreyra, Alfaguara
  • Camanchaca, Diego Zúñiga, Literatura Random House
  • 1988. El fin de la ilusión, Martín Zariello, Sudamericana
  • Cien películas que me abrieron la cabeza, Nicolás Amelio Ortiz, Altea























  • Pequeña flor, Iosi Havilio, Literatura Random House
  • Mi libro enterrado, Mauro Libertella, Literatura Random House
  • Para que exista esa isla, Julieta Lopérgolo, Postales japonesas
  • Fall River. Trece cuentos no reunidos, John Cheever, Ediciones Godot
  • La utilidad del odio, Nicolás Mavrakis, Letra sudaca
  • Lo que está y no se usa nos fulminará, Patricio Pron, Literatura Random House
  • El año del desierto, Pedro Mairal, Emecé
  • ¿Por qué?, José Natanson, Siglo XXI
  • EL cuento de la criada, Margaret Atwood, Salamandra
  • Roland Barthes por Roland Barthes, Roland Barthes, Eterna Cadencia
  • Prins, César Aira, Literatura Random House
  • Teoría King Kong, Virginie Despentes, Literatura Random House
  • El libro de Tamar, Tamara Kamenzain, Eterna Cadencia
  • Diez días en Re, Sergio Bizzio, Literatura Random House
  • República luminosa, Andrés Barba, Anagrama
  • Psicopolítica, Byung Chul-Han, Herder
  • Estrella distante – novela gráfica.-, Roberto Bolaño. Javier Fernández y Fanny Marín, Random Cómics
  • Magnetizado, Carlos Busqued, Anagrama

  • La guerra de las mariconas, Copi, Cuenco de plata
  • El gran misterio, César Aira, Blatt & Ríos
  • Los invisibles, Lucía Puenzo, Tusquets
  • Puerto Belgrano, Juan Terranova, Literatura Random House
  • Ministerio de Desarrollo Social, Martín Rodríguez, Mansalva
  • Los topos, Félix Bruzzone, Literatura Random House
  • Operación Sinatra, Diego Mancusi y Sebastián Grandi, Aguilar
  • El tano. Daniel Angelici, Ignacio Damiani y Julián Maradeo, Ediciones B
  • A la santidad del jugador de juegos de azar, Héctor Libertella, Mansalva
  • La danza de las araña, Laura Alcoba, Anagrama
  • Los mejores días, Magalí Etchebarne, Tenemos las máquinas
  • Siempre empuja todo, Salvador Biedma, Eterna Cadencia
  • Kentukis, Samanta Schweblin, Literatura Random House
  • El hombre que corrompió a Hadleybourg, Stevenson, Corregidor
  • Pornosonetos, Pedro Mairal, Emecé
  • Space Invaders, Nona Fernández, Eterna Cadencia
  • Entre ellos, Richard Ford, Anagrama
  • Maestros, Liliana Villanueva, Ediciones Godot
  • El azul de las abejas, Laura Alcoba, Edhasa
  • La ilusión de los mamíferos, Julián López, Literatura Random House
  • El lugar de la herida, Carolina Riccio, Caleta Olivia


Relecturas

  • Autorretrato, Edourard Levé, Eterna Cadencia
  • El adversario, Emmanuel Carrere, Anagrama
  • Salón de belleza, Mario Bellatin, Alfaguara
  • Juan José Saer. Una forma más real que la del mundo, Martín Prieto (comp.), Mansalva
  • Bajo este sol tremendo, Carlos Busqued, Anagrama
  • La divina comedia, Dante Alighieri, Edhasa
  • El conserje y la eternidad, Ricardo Romero, Alfaguara
  • Los siete locos, Roberto Arlt, Clarín