
De todas estas investigaciones resultó una historia de
la provincia bajo los gobernadores holandeses, que se publicó hace unos años.
Existen numerosas opiniones acerca del verdadero carácter literario de ese
libro, que, a decir verdad, no es lo que debería ser. Su mérito principal
consiste en la escrupulosa exactitud, de la que se dudó al aparecer, pero que ha
sido demostrada después sin lugar a dudas. Se le admite ahora en todas las
bibliotecas de historia como un libro cuya autoridad es indiscutible.
Aquel anciano caballero murió poco después de publicar
su obra y, ahora que ha desaparecido, puede decirse, sin ofender su memoria,
que su tiempo hubiera estado mucho mejor empleado si se hubiera dedicado a
tareas más importantes. Tendría que seguir sus inclinaciones personales, de
acuerdo con métodos propios y, aunque alguna que otra vez molestó a sus vecinos
y ofendió a amigos, por los cuales sentía gran afecto, hoy se recuerdan sus
errores y locuras más con lástima que con rencor y algunos empiezan a sospechar
que nunca tuvo la intención de ofender a nadie. De cualquier modo que los
críticos aprecien su memoria, la tienen en muy alta estima muchas personas cuya
opinión puede compartirse, particularmente ciertos confiteros que en su
admiración han llegado a reproducir su efigie en los pasteles de Año Nuevo,
dándole así una oportunidad de hacerse inmortal, casi equivalente a la que
proporciona una medalla de Waterloo o de la Reina Ana.