viernes, 30 de diciembre de 2016

Laura Galarza: "Los lectores y los libros"

Laura Galarza (Fotografía: Marcela Depiera)



























Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en el año?

No llevo la cuenta pero leo dos o tres por semana. Así que serán cerca de cien. Leo todos los días, por trabajo y por placer. Además hay que contar que para cada nota releo la obra del autor. Este año, lo hice con Richard Ford, John Cheever, Natalia Ginzburg y Liliana Heker. Soy obsesiva para trabajar pero también me dejo llevar por las derivaciones de lecturas, que un libro me lleve a otro y ese a otro. Puedo internarme en ese mar por días. A veces necesito obligarme a parar o que alguien me pare. Un ejemplo de eso este año, fue Bruno Shultz, al que llegué a través de David Grossman por un lado y Juan Forn por otro. Su libro “Las tiendas de color canela” es una pieza de colección.


¿Cuáles son tus libros o lecturas preferidas de este año?

Hay algunas de este año y otras preexistentes a las que llegué. De este año: “Pureza” de Franzen (una máquina de narrar); “Bebé y otros cuentos”, de Paula Bomer (te muerde la mano); “El bar de las grandes esperanzas” de JR Moehringer (me emocionó), “El cielo de los animales” de David James Poissant (el mejor libro de cuentos en años); “Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin (una revelación). A las que llegué: “Los vivos y los muertos” de Joy Williams (“una maravilla”, dijo Carver); “Meditaciones en una emergencia y otros poemas” de Frank O´Hara (libro fetiche de Mad Men); “El cuerpo y otra cosa”, poemas de Darío Jaramillo (un diamante); “Conquista de lo inútil” (Diario de filmación de Fitzcarraldo) de Werner Herzog.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Son varios pero algunas perduran con del tiempo: Raymond Carver, Eudora Welty, Flannery O`Connor, Muriel Spark, Alice Munro, William Goyen, Kjell Askildsen, David Vann.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

Hay que leer todo y de todo. Pero voy a nombrar algunos libros que vienen a mi memoria sin esfuerzo y sin un orden; que cambiaron mi visión del mundo y el modo de entender la literatura. “Memorias de África” de Isak Dinesen, “La dama del perrito” de Anton Chejov; “La Novela Luminosa” de Mario Levrero; “Cuentos de la Selva” de Horacio Quiroga; “Winesbourg Ohio” de Sherwood Anderson; “Catedral” de Raymond Carver; “Escribir en la oscuridad” de David Grossman; “Mientras Agonizo” de William Faulkner; “Misterio y Maneras” de Flannery O´Connor; “El Dolor” de Marguerite Duras; “Kokoro” de Natsume Soseki.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te jurás leer algún día?

Proust es sin dudas, mi mayor deuda. No pasa un tiempo sin que me lo reproche. Me engaño pensando que llegará el momento. La realidad es que con diez libros menos en el año, podría haber terminado “En busca del tiempo perdido”. Lo cual prueba que no hay excusas para no leer lo que hay que leer.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar o dicho más fácilmente, que no te gustó?

“Las hamacas voladoras” de Miguel Briante. No logré entusiasmarme como he visto que les pasaba a mis amigos. Lo leí con esfuerzo.


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Laura Galarza es psicoanalista, escritora y crítica literaria. Escribe para el suplemento cultural Radar de Página12. Asesora al Módulo de Literatura de Enlaces de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL).
Es columnista literaria de Radio Del Plata donde comenzó en El Pez Náufrago con Tom Lupo. Su libro de cuentos “Cosa de Nadie” obtuvo el primer premio en el concurso nacional Manuel Savio con jurado de Ángela Pradelli, Vicente Battista y Carlos Pereiro y fue editado por Ediciones Del Dock. Dicta talleres de narrativa.







martes, 27 de diciembre de 2016

Ana Laura Pérez: "Los lectores y los libros"


Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste en el año?


Aparte de las lecturas estrictamente vinculadas a mi trabajo, leí 43 libros completos (tengo una decena a medio leer). Lo sé porque llevo un listadito de almacenera. Me enorgullece y me tranquiliza porque cuando llego al final del año y la reviso me da una pauta precisa de si ha sido un año bueno o malo. Además me recuerda las lecturas que lo iniciaron, las constancias en el construidas por el enamoramiento con algún autor, las declinaciones. Por esa misma tara -la necesidad de tener a mano los libros leídos- casi no leo libros prestados ni en digital. De lo contrario pierdo mis propias referencias.


¿Cuáles son tus libros o lecturas preferidas de este año?

Mmmm… Tengo en mente una constelación de lecturas, textos sueltos, avances de libros, poemas, intervenciones políticas, notas: citarlos  todos sería engorroso pero me provocaron admiración y alegría, sobresaltos. Para responder más seriamente recurro a mi listadito, caprichoso y raro en un año en el que por motivos personales pasé algunos meses sin poder leer absolutamente nada, como enferma. Me voy por las ramas. Las lecturas (y relecturas, que como tengo mala memoria casi siempre son descubrimientos) que hicieron más luminoso este año fueron "Black out" de María Moreno; "El maestro ignorante" de Rancière; "Mi madre y la música", de Tsvietáieva; "Óstraca" de Teresa Arijón y "Teoría del cielo", de ella y Carrera; "Un método del mundo", de Mariela Gouric; "La salvación de lo bello", de Byung-Chul Han. Pero paro acá porque sé que el tiempo es tirano en general.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Preferidos… hay autores que siempre me interesan, pero no tengo esa categoría. Barrunto un listado ecuménico que después me va a dar cargo de conciencia -Debería haber puesto a....- Sebald, cosas de Banville, Joao Gilberto Noll, Bolaño, Denis Johnson, Erri de Luca, Lispector, Zadie Smith, Junot Diaz, Christian Ferrer, Matilde Sánchez, Daniel Galera. En ensayo Richard Sennett, Agamben, Boris Groys, Byung Chul-Han, Bauman, Didi-Huberman, Beatriz Preciado...

Como vengo del periodismo y tengo debilidad por la no ficción, me gustan mucho mucho María Moreno, Svetlana Alexievich, Joan Didion, Gay Talese, Ryszard Kapuściński, ¡Capote! /sus textos breves, las crónicas de Foster Wallace, Herzog, Emanuele Carrere, el imperio literario en el que está empeñado Karl Ove Knausgard; Joe Sacco y Art Spiegelman, que hacen periodismo en cómic. Se me ocurren más... Ya me pesa la conciencia.


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

Dificil. Pasaría de esta. Me da no sé qué la prescripción. Digo los que me vienen a la mente, que me impactaron por motivos muy diversos: "La cultura de la conversación", de Benedetta Craveri, "Hitler" la biografía en dos tomos de Ian Kershaw, "Historia del arte"  de Gombrich; "Estancias" de Agamben, "El intocable" de Banville, "Testo yonki" de Beatriz Preciado, "Austerlitz" de Sebald, "Desgracia" de Coetzee, "El libro de la Almohada" de Sei Shonagon, "Shunko" de Abalos que daba la maestra de tercer grado y con el que entendí qué era eso que yo sentía al leer, "Diario de una princesa montonera" de Mariana Eva Pérez, "La maravillosa vida breve de Óscar Wao" de Díaz, "Fedro" de Platón, "María Antonieta" de Stefan Zweig, que mi abuelo adoraba y que conservo, "El Emperador", de Kapuściński... Todos son libros que me deslumbraron en días particulares. Libros que transformaron mi vida entonces: iba por ahí y provocaron giros, saltos, emociones, deslumbramientos. Pero que reemplazaría si recorriera mejor mi biblioteca o hiciera memoria. Ni siquiera estoy segura de haber puesto diez.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te jurás leer algún día?

"Guerra y paz". Le compré a mi hija la edición que Losada sacó hace un par de años y ella no me habilitaba porque quería “estrenarlo”. Ahora me hice de la de Penguin Clásicos, que me llevo a las vacaciones. Actualizó mi deuda el comienzo de otro libro en el que no avancé y espero sí, desquitarme pronto: "El baile de Natacha", de Orlando Figes, que para hablar de la historia de la cultura rusa empieza con una escena de Tolstoi.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Dejo al lector decidir si entra a la categoría de clásico: "Fragmentos de un discurso amoroso" de Barthes. Yo andaba por los treinta, me estaba separando y el libro me pareció suferficial, desapasionado, engolado y berreta. Escrito por alguien que no tenía ni idea de lo que estaba hablando.



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Ana Laura Pérez nació en Lomas de Zamora en 1971. Hizo las carreras de Comunicación Social y de Periodismo (UNLZ). Empezó a trabajar en radios  y redacciones antes de cumplir 20 años y la mayor parte de su carrera la desarrolló en Clarín. Es docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA y en la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés. Actualmente es directora Literaria en Penguin Random House Grupo Editorial.






sábado, 24 de diciembre de 2016

Jorge Carrión: "Los lectores y los libros"

Jorge Carrión (Fotografía: Lisbeth Salas)

Aproximadamente, ¿cuántos libros leíste durante este 2016?

No lo sé. Leo de un modo constante y caótico. Supongo que, completos, uno o dos por semana. Y fragmentariamente (uno o dos cuentos, algunas páginas, un par de ensayos, algún capítulo, pasajes, poemas)otros tres o cuatro.


¿Cuáles son tus libros o lecturas preferidas de este año?

Si tuviera que destacar títulos en español que me han sorprendido por su fuerza, optaría por dos novelas de autores emergentes, Magistral de Rubén Martín Giráldez y Nefando de Mónica Ojeda, y la poesía completa de Manuel Vilas. Este año terminé de leer la tetralogía de Elena Ferrante, cuyo realismo no me acaba de convencer, pero la historia es fascinante y he podido entender mucho mejor Italia en general y Nápoles en particular gracias a ella. También me encantó Brújula de Mathias Enard, una novela de viaje y sobre el viaje absolutamente ambiciosa, una apuesta por la literatura pura en nuestra época descafeinada.


¿Cuáles son tus autores preferidos?

Son tantos que no merece la pena mencionarlos, porque seguro que me dejaría a varios, y porque su lugar en mi canon personal va variando según pasa el tiempo. De los que todavía publican con regularidad, con títulos de este 2016, destacaría a Karl Ove Knausgard (Bailando en la oscuridad tal vez sea el volumen menos interesante de los cuatro de “Mi lucha” publicados hasta la fecha, pero le soy fiel), y a Ricardo Piglia (la segunda entrega de Los diarios de Emilio Renzi, “Los años felices”, no es una novela de no ficción tan sofisticada como la primera, pero igualmente es un testimonio fascinante de su formación como escritor y de la Buenos Aires literaria de los años 70).


¿Cuáles son los diez libros que todos deberíamos leer?

Tus preguntas son cada vez más difíciles. Intentaré descubrir, en vez de redundar, entendiendo que no pueden ser sólo diez y que ya hay muchas listas en que aparecen los consabidos. Digamos: Las Encantadas, de Melville, La Regenta, de Clarín, El Entenado, de Saer, Léxico familiar, de N. Ginzburg, El desierto y su semilla, de Baron Biza, Véase: amor, de D. Grossman, Los anillos de Saturno, de Sebald, El año del pensamiento mágico, de J. Didion, Fun home, de A. Bechdel, y Las Meninas, de S. García y J. Olivares. Son prosa y cómic. Obras impresionantes todas ellas.


¿Cuál es el libro clásico que no leíste y que te jurás leer algún día?

Tengo que terminar de leer En busca del tiempo perdido. Recuerdo que después de haber leído muchos capítulos de El Quijote, cuando durante un largo viaje en 2003 lo leí entero lo disfruté y lo entendí de un modo brutal. Me gustaría experimentar algo parecido con Proust.


¿Cuál es el libro, considerado “canónico” que no pudiste disfrutar o dicho más fácilmente, que no te gustó?

Muchos. El último fue A sangre fría de Capote. La primera lectura, hace años, me dejó frío (con perdón). Le di una segunda oportunidad este verano: me pareció un libro muy mentiroso y muy tramposo. No se merece el lugar que ostenta en el ámbito de la no ficción. Pero tampoco es una gran novela de ficción.


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Jorge Carrión nació en Tarragona en 1976 pero ha pasado la mayor parte de su vida en Mataró y Barcelona. Es doctor en humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y director de su Máster en Creación Literaria. Ha vivido en Buenos Aires, Rosario y Chicago. Publica regularmente en diversos medios, entre ellos El País, La Vanguardia y Letras Libres. Es autor de la tetralogía de ficción “Las huellas” (conformada por Los muertos, Los huérfanos, Los turistas y Los difuntos) y de varios libros de no ficción, entre los que destacan Australia. Un viaje, Teleshakespeare y Librerías. Fue comisario de la exposición “Las variaciones Sebald” del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Ha sido traducido al italiano, el alemán, el francés, el polaco, el inglés y el chino.

(https://jorgecarrion.me/about/)







viernes, 16 de diciembre de 2016

Mis lecturas preferidas de 2016




Fuera de lugar, Martín Kohan

En esta novela Martín Kohan nos presenta una trama con personas que creen actuar correctamente y deslindan en los otros las propias responsabilidades ante los abusos cometidos. El tema principal de la novela gira alrededor de lo siniestro, el abuso infantil, cuando los niños son los objetos capturados por el ojo técnico de la cámara fotográfica. Todo esto motorizado por el dinero, el verdadero generador de las perversiones narradas. Fuera de control porque en el paradigma de lo analógico las fotos podían romperse y los negativos quemarse. Pero en el mundo digital, debido a la explosión de internet, todo se volvió inmanejable. "Fuera de lugar", es también una novela sobre lo siniestro por las otras caras de la violencia que muestra, donde la búsqueda esperanzada de justicia no siempre llega a buen puerto.

Lean la nota de Fernando Bogado, “El que no quiere ver”.


El cielo de los animales, David James Poissant

Poissant en un joven escritor norteamericano y su libro está conformado por quince relatos que fueron publicados en distintos medios gráficos, antes de su edición definitiva. El hombre lagarto es el primer cuento del libro y tiene tanta potencia que cuando se lee, además parece estar viéndose.

Lean la nota de Laura Galarza, “Animal Planet”.


Black Out, María Moreno

Biografía excepcional: su padre, su infancia, cómo fue su camino en el periodismo cultural. Pero también un libro sobre una época decisiva de la literatura argentina en la que aparecen autores como Norberto Soares, Miguel Briante, Osvaldo Lamborghini, Carlos Feiling, Rodolfo Fogwill, César Aira y Jorge di Paola, entre otros.


Manual para mujeres de limpieza, Lucia Berlin

Sin dudas, la mayor sorpresa literaria del año en Argentina, México y España. Berlin nació en Estados Unidos y vivió también en Chile y México. Madre de cuatro hijos que tuvo innumerables empleos para dar sustento a su familia. Pero su vocación de toda la vida fue ser escritora y estos relatos, dan testimonio de la de lo grande que fue su literatura.


Sueños de trenes, Denis Johnson

Estados Unidos. Fines del siglo XIX hasta fines de la década del setenta. Si la novela es la historia de un destino, “Sueños de trenes” cumple esta idea a la perfección. Robert Grainier, nacido en 1886 es un jornalero devenido obrero ferroviario.


El espíritu de la Ciencia-Ficción, Roberto Bolaño

Cuando se publican libros póstumos, una especie de fantasma recorre la conciencia de los lectores: ¿Qué tipo de libro está por llegar a las librerías? Con este libro, vayan a por él sobre seguro. La genialidad y sus principios literarios están en esta novela. Un secreto: el mecánico que acondicionó a la “Princesa Azteca”, es un personaje adorable.


Correr, Jean Echenoz

Novela breve inspirada en la vida de Emile Zátopek. Zátopek se convierte en atleta tal vez no tanto por vocación deportiva, sino como posibilidad para escapar al trabajo duro en el régimen socialista. Su desempeño comienza a sobresalir y sus resultados son tan buenos como para obtener tres medallas de Oro en los Juegos Olímpicos. Aun así, la vida de Zátopek no queda exenta de dificultades.


Kirchner, el tipo que supo, Mario Wainfeld

Nadie puede dudar quién es el hombre más decisivo e influyente en la historia reciente de la Argentina: Néstor Kirchner. Este libro no es una biografía convencional, ni se organiza desde su cronología. Basado en las conversaciones que tuvo el expresidente con Mario Wainfeld, y también de los análisis y lecturas por parte de este último, lo que le da sustancia a este libro son las políticas de estado que llevó a cabo Kirchner, quién al principio fue mirado con desdén y desconfianza y al que hoy, ni el más fervoroso opositor, le resta méritos a buena parte de su labor política.


No hay risas en el cielo, Ariel Urquiza

Libro de relatos o novela, el género quedará definido por el lector. En mi caso, lo leí como una novela. La colección “Al sur del Río Bravo”, publica a jóvenes escritores y es una de las más prometedoras de la literatura contemporánea.


La extraña trayectoria de la luz, Jorge Fonderbrider

La grata sorpresa que me llevé este año cuando leí este libro. Esta edición es la obra reunida del poeta nacido en Buenos Aires, que comprende los años 1983-2013, por el sello Bajo la Luna. Esta edición cuenta con un prólogo de Fabio Morábito.

Lean la nota de Edgardo Scott, "Los acordes, la luz, las cosas"


Stoner, John Williams

Un joven se inscribe en la facultad de agronomía con el objetivo de obtener conocimientos que le haga sacar más rédito a sus tierras y que termina acercándose a la literatura. Otros de los fenómenos editoriales del año. Libro para escritores. Libro para lectores.

Lean la nota de Juan Forn, "Hablemos de Stoner"


Los Oesterheld, Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami.

Libro de investigación pero también una biografía sobre la familia del escritor de “El Eternauta”, Héctor Oesterheld, arrasada por la violencia del aparato represivo durante la última dictadura cívico-militar.


Últimos testigos, Svetlana Alexiévich

Cuarto libro publicado de la autora bielorrusa, ganadora del Nobel de Literatura 2015. Entre la crónica y el testimonio, cuenta el horror de la guerra, esta vez poniendo en foco la experiencia de los niños.


El río, Débora Mundani

Esta novela transcurre en la zona del delta y más allá también. Un viaje en una pequeña embarcación por los ríos del Delta en la que dos historias se entrecruzan y dan sentido a dicho viaje y a la vida de los personajes.


El nacimiento de la literatura argentina, Carlos Gamerro

Debemos agradecerle a la editorial Excursiones haber reeditado este libro que fui publicado inicialmente en 2006. Gamerro es uno de los escritores (y además docente) que más estimula a seguir leyendo. Numerosos autores, para mí celebres recorren sus páginas. Mención especial para el capítulo donde se hace referencia a la institución policial como ente criminal: imprescindible.


Las aventuras de Barbaverde, César Aira

Libro s-e-n-s-a-c-i-o-n-a-l del escritor pringlense. Cuatro historias del súper-héroe Barbarverde en la que el destino de la humanidad está en juego. Y  atentos al joven periodista Sabor, capaz de conducir una nave espacial sin saber, con tal de salvar al planeta.


Brasil, Paula Brecciaroli

Narrada en primera persona, Brasil es una novela escrita a modo de diario de viaje que se compone de treinta y cuatro capítulos. La voz de esta historia corresponde a una chica que está a punto de subir a un tren para viajar a un lugar llamado “Triple Frontera”.


El cerebro musical, César Aira

Anteriormente, este libro fue publicado como “Relatos reunidos”. Pero a esta edición, además de cambiársele el título se le agregan tres relatos.
“A brick wall”, “El perro”, “Picasso”, “Duchamp en México”, “El infinito”, “La broma”, y “El cerebro musical”, por nombrar algunos, derrochan magia y virtuosismo.


Juan José Saer. Una forma más real que la del mundo (conversaciones compiladas) Martín Prieto

Del autor nacido en Serodino, con los Papeles de trabajo y sus borradores inéditos, se completó su producción literaria. Si algo nos faltaba era un libro con una compilación de sus entrevistas. La voz de Saer en primera persona.


Bolaño, el hijo de Míster Playa. Mónica Maristain

Leer este libro es como encontrarse un tesoro único. Su programa literario como  lo que significó (y significa aún su muerte en el mundo literario) está presente en el libro de Maristain. Recomendado para quienes hayan leído mucho sobre el escritor chileno como para aquellos que empiezan a recorrer su obra.


La invención de la naturaleza, el nuevo mundo de Alexander Von Humboldt, de Andrea Wulf

Qué veamos el mundo tal como lo hacemos, mucho tiene que ver con Alexander Von Humboldt. Un hombre que no se quedó en el lujo y comodidad que su origen le facilitaba, sino que decidió salir a descubrir los misterios de la naturaleza.


Novela de ajedrez, Stefan Zweig

Esta novela debería ser considerada como un gran modelo de novela breve. Talento o trabajo, vaya uno a saber, ¡no se puede escribir una historia tan sencilla como perfecta! Dos historias, dos destinos que se cruzan en un partido de ajedrez, a bordo de un transatlántico desde Polonia hacia Buenos Aires.


¿Por qué preferimos la desigualdad? (Aunque digamos lo contrario), Francois Dubet

El autor nos invita a reflexionar la cuestión de la desigualdad no sólo a partir de la brecha que hay entre los que más tienen y los que no, sino también a cargar las tintas en un “nosotros”, dentro de un mundo donde los lazos de solidaridad son cada vez más endebles y con gobiernos que tienden a alejarse del Estado de Bienestar.


Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe, María Moreno

Este libro es una especie de Babel, construido en base a una selección de notas que la autora escribió en distintos medios. Lenguaje de alto vuelo y sin corset, Moreno nos invita a leer en distintas claves a escritores decisivos de la literatura local y extranjera.


El partido, Andrés Burgo

En este 2016 se cumplieron treinta años del aniversario del título obtenido en México por la selección de fútbol de la mano –justamente- y del pie izquierdo -sobre todo- de Diego Maradona. “México 86” es algo más que un mundial para los futboleros argentinos. Es el mundial del partido más importante de la historia del fútbol argentino, el que jugó contra su clásico rival, en un contexto irrepetible, y cargado de tensión, luego de la guerra de Malvinas: el partido con Inglaterra. Una investigación que nunca vi para un libro de fútbol. Escrito de manera excelente. Con información interesante y pertinente, al nivel de detalle microscópico. Este será el libro clásico del Mundial más lindo de la historia del fútbol (al menos hasta ahora).

Lean la nota de Ángel Berlanga, “El partido obrero”.


Open, Andrea Agassi

Esta biografía nos cuenta la historia de un gran campeón del tenis mundial, al que cuando era bebé, su padre le ataba a la muñeca, una paleta y una pelotita para aprenda cuanto antes a jugar al tenis. El escritor que le da la voz a Agassi es J.R. Moehringer, ganador del premio Pulitzer. El libro no es sólo interesante por los logros y títulos obtenidos en su carrera sino por todo lo que debió vivir para llegar a ese lugar.


La final, Diego Estévez

En la historia del fútbol argentino sólo una vez Boca y River se enfrentaron para definir quién es el campeón. Ocurrió en 1976 en cancha de Racing, y según dice la leyenda, más de cien mil personas concurrieron al estadio. Hubo un solo gol que hasta la fecha, sólo puede reconstruirse verbalmente o por fotografías ya que el destino de esa filmación sigue siendo un misterio.


La liebre, César Aira

Nadie mejor que Aira para comenzar una novela en la que narra a un Juan Manuel de Rosas recién levantado de la siesta para realizar una serie de flexiones. Una de las que más me gustaron del escritor pringlense.


Fama y soledad de Picasso, John Berger

Biografía excepcional escrita por el escritor inglés, tal vez el nadie mejor que él para llevar a cabo este trabajo, por su sensibilidad, capacidad de observación y por la delicadeza de su escritura. El libro es valioso porque Berger pone el foco más en las condiciones del mundo en el que vivió Picasso y cómo incidió, más allá de su talento, para transformarse en el genio que el universo conoció. Cómo era la España de fines de siglo XIX, cuáles fueron los principios del Cubismo (no escrito). Y las notas de color, son maravillosas, como por ejemplo cuando su padre decide dejar de pintar (era profesor de pintura) cuando ve lo que es capaz de hacer el pequeño Pablo, a sus trece años.


El llanto, César Aira

Novela onírica, de los sueños y de los colores, también de la noche, esta novela es la historia de un hombre que acaba de ser dejado por su esposa para irse con un japonés con el deseo de “comenzar a vivir”. Entre la desdicha y el sufrimiento, el personaje de la novela debe recomponer su vida. El azar hace que en los tiempos que transcurre la historia, salga a cenar con la mujer del momento y “oh, casualidad”, en el mismo restaurant, se ve a su con el amante japonés.

Inolvidable frase de la novela para guardar toda la vida: “Imposible oírla, porque yo estaba pensando con megáfono”.








martes, 13 de diciembre de 2016

"Sueños de trenes", Denis Johnson

I

Estados Unidos. Fines del siglo XIX hasta fines de la década del setenta. Si la novela es la historia de un destino, “Sueños de trenes” cumple esta idea a la perfección. Robert Grainier, nacido en 1886 es un jornalero devenido obrero ferroviario. Lo fantástico como posibilidad para narrar lo que sucede en la intersección del misterio y de la superstición. Justamente en esa zona, Denis Johnson nos abre un camino.

II

La tala de árboles, la posterior utilización de los troncos para la construcción de puentes ferroviarios, el objetivo de poblar esas tierras que ya no son del bosque, pueden pensarse como síntoma del “progreso” que también atravesó a esa nación. Idea que recorrió el mundo ya no como fantasma pero sí con su propia carga mitológica y que auguraba a los países “civilizados” un punto de llegada no menos que prometedor.

III

Una de las características más destacadas de la novela de Johnson es que si bien el tiempo del relato no deja de avanzar y se permite algún flashback, la prosa de este autor no prescinde de la paciencia que hace que cada párrafo lleve un ritmo tan musical como armonioso. Sus descripciones merecen destacarse ya que si bien no son microscópicas menos renuncian a la elegancia:

“A Grainier no le gustaron las sombras, las siluetas larguiruchas de los abedules ni las nubes que tapaban la media luna amarilla. Todo parecía diseñado para asustar al niño que llevaba dentro”.

IV

La novela comienza con un intento de justicia por mano propia: un grupo de operarios que construye un puente quiere arrojar a un operario chino supuestamente por haber robado en el almacén donde los obreros gastan lo que ganan. El mundo que los contiene se ocupa de reducir los bosques y armar gigantescos puentes:

“Las vías solamente eran para transportar la madera una vez fuera del bosque”.

V

Lo anecdótico suele darle un aire fresco al relato. En 1950 Grainier vio en un circo itinerante al hombre más gordo del mundo y también a un muchacho rural que viajaba en tren y que pronto se convertiría en un icono de la cultura de masas norteamericana: Elvis Presley.

VI

Una de los pasajes más escalofriantes de la novela es el encuentro de Grainier, a sus trece años, con un “trota” (vagabundo o mendigo): el espeluznante William Coswell Haley. Un acto de violencia sexual llevada a cabo bajo la más absoluta perversión.

VII

Difícilmente haya un período en el siglo XX donde no se vinculen estos dos significantes: “Estados Unidos” y “guerra”. En “Sueños de trenes”, la guerra aparece pero su impronta es lejana:

“La guerra en Europa había generado una gran demanda de madera de pícea. En realidad hacía dieciocho meses que se había firmado un armisticio, pero el capitán estaba convencido de que los armisticios eran simples situaciones temporales hasta que se reanudaban las batallas y uno de los bandos masacraba al otro hasta no dejar a nadie vivo”.

Tampoco hay mención a los conflictos internos de dicho país. La geografía de la novela es la tierra de la tribu de los Kootenai, pueblo originario que aparece en esta historia sólo a través de algunas de sus leyendas.

VIII

De Grainier sabemos casi todo. Pero casi nada sobre sus padres ni de su infancia. Solo que llegó a Idaho porque lo habían enviado en un tren a los seis o siete años. Grainier creía que pudo haber nacido en Utah o Canadá en 1886. Todo se presume. Sí sabemos que dejó la escuela a los doce o trece años.
Ya adulto, Grainier adquirió una media hectárea de tierra en un acantilado de Moyea. Se la compró a un joven que quería su primer automóvil, un Ford T. En esas circunstancias, llevó a Gladys a conocer el lugar y se besaron por primera vez. Cada paso dado era para acercarse a la felicidad, más aún con el nacimiento de Kate. Hasta que llegó la tragedia.

IX

En sus últimos años, a pesar de todo lo que vivió, Grainier vería a nuevos obreros jóvenes trabajando (tal vez como lo hubieran visto a él), tirándose unos diez o doce metros abajo para rebotar en la red de seguridad, divirtiéndose en la construcción de nuevos puentes que ya no serán de madera, sino de metal. Los bosques fueron recuperando su fisonomía, una vez superados los momentos de la intervención del hombre.
Un lugar en una época, la de la etapa final de Robert Grainier donde no sólo el ferrocarril, los automóviles y los aviones son moneda corriente, sino de naves espaciales que desde algún tiempo atrás habían comenzado a orbitar por la galaxia.

X

¿Por qué la historia de un destino? Porque es la historia de un hombre corriente que a pesar de haberse caído en el infierno, siempre y de algún modo, intenta aferrarse a la vida.

lunes, 12 de diciembre de 2016

"Brasil", de Paula Brecciaroli

Narrada en primera persona, Brasil es una novela escrita a modo de diario de viaje que se compone de treinta y cuatro capítulos. La voz de esta historia corresponde a una chica que está a punto de subir a un tren para viajar a un lugar llamado “Triple Frontera”.

La extensión de cada capítulo es de tres páginas aproximadamente excepto el primero, que se despliega en once, y es donde se presentan los personajes de esta novela: el guarda que le da permiso para subir al tren “Ahora sí, señorita ansiosa”; el viejo del asiento de al lado, Boris o José Luis “No parece interesado en hablar. Es un alivio”; Martín “Seguro tiene una novia que lo espera en la terminal”; Ludmila, “la chica que viaja con los tres pibes se sentó en la otra punta del vagón"; los gitanos, y los inquietantes pasajeros que parecieran permanecer en sus lugares entre imperceptibles conversaciones y ronquidos.

Un viaje en soledad porque Leo ya no está “Con Leo hubiera podido hablar y distraerme hasta que abrieran el comedor. No quiero pensar en él”. Y aunque el amor ya no sea parte de la vida de quien escribe este diario, el viaje que ella tenía programado, igualmente lo realiza.

Mochila nueva, un libro al que le faltan pocas páginas para terminar de leerse, una revista de armas comprada a último momento antes de subirse al vagón, un llamado de último momento a la madre, avisándole que está en el aeropuerto y no en la estación de tren. Como suele suceder en determinados tipos de viaje lo que se carga, lo que se arrastra –pesadamente- es uno mismo.

En la literatura, hay cientos de viajes narrados; están los que se hacen para no recordar o para olvidar -“Bahía Blanca” de Martín Kohan-; los que se hacen cuando todo es derrota -“Una sombra ya pronto serás”, de Osvaldo Soriano-, por mencionar solo dos ejemplos.

En Brasil el viaje tal vez venga a funcionar como mecanismo para comenzar a exorcizar los fantasmas de un pasado reciente o como procedimiento de cierre de una etapa, todavía impregnada por el dolor.

Rumbo al norte, tres días en tren. Sin necesidad de llegar a una ciudad hermosa. Sólo viajar.

La forma concreta, física, de salir del lugar de siempre un departamento que fue compartido con Leo, al menos por un tiempo. Y sin importar si ese destino lejano, Triple Frontera, “a 1896 km”, sea atractivo.

El Brasil de esta novela no nos hace pensar en el Brasil de las playas, de los hoteles cuatro estrellas. O tal vez sí. Pero ese Brasil del sentido común, del imaginario será el de Leo, “el mochilero con el que iba a hacer esta expedición en tren”, el que cambió el viaje a Triple Frontera por vacaciones “con una compañera de trabajo teñida de rubio y con las tetas hechas”. Tampoco pareciera pertinente la cuestión del dinero, si es suficiente o no. Sólo servirá para comprarse algo de comer o un whisky de calidad aceptable en el vagón de los gitanos.

Si tuviéramos que improvisar una clasificación para el género de Brasil, podríamos decir que el viaje en tren se define como una historia de ciencia ficción realista. Su decadencia, debido a su mal estado y a su pésimo funcionamiento hace del mundo de la historia, el tren, un espacio agobiante. El tren puede pasar dos veces por la misma estación. El maquinista puede confundir el camino al hacer un cambio de vías. El mantenimiento de las vías es ínfimo o nulo y por eso, la formación debe circular en su tramo más veloz a 50 kilómetros por hora. El resto del viaje solo podrá alcanzar los 35 kilómetros por hora. El tren puede recibir el impacto, un choque de otra formación…

El vagón comedor puede estar cerrado por un problema con la concesión y por eso, lo único disponible para beber sea el agua caliente que sale de la canilla del baño de mujeres. Comer, un tema en sí mismo: lo que llevó cada pasajero, como el viejo con sus salames y manzanas o comprarles a los gitanos, capaces de armar una parrilla en su vagón y de vender hasta alfajores regionales de poca gracia. El baño devenido en una cancha de fútbol para jugar con los niños, un vagón devenido en salón de fiestas para celebrar un cumpleaños.

A los infortunios propios de la desidia en el ferrocarril, se le agregan los factores naturales. Una plaga de tábanos que amedrentan y atemorizan a los pasajeros durante gran parte del viaje, obligándolos a una especie de organización racional entre tanta promiscuidad para no sufrir el ataque de estos insectos; una lluvia que cae como balacera sobre los techos de los vagones, el calor que hacen del clima una atmósfera irrespirable, el hacinamiento producido por el encierro, los olores de los cuerpos, el humo de los cigarrillos, el humo de la cocina de los gitanos, el humo producido por papeles quemados, “el olor a mierda de los chicos”, el aire cargado de humedad dejada por la lluvia, la tierra o el polvo, omnipresente.

Brasil, de Paula Brecciaroli, tiene 128 páginas que se leen a la velocidad de un TGV francés. Fue su primera novela publicada, bajo el sello Conejos (2011), editorial de la que forma parte. En 2015 se publicó su segunda novela Otaku.