viernes, 23 de agosto de 2013

Alan Pauls TV

El autor habla principalmente de Historia del dinero, en una entrevista realizada por Osvaldo Quiroga en el programa televisivo "Otra trama" que se emite por Canal 7. Imperdible.



miércoles, 21 de agosto de 2013

Alan Pauls en Vivaldi Libros Bar

Viernes 23 de agosto, 20:45 horas.


Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) es escritor, periodista, guionista y crítico de cine. Licenciado en Letras, fue profesor de Teoría Literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y fundador de la revista Lecturas Críticas. Fue jefe de redacción de la revista Página/30 y subeditor de Radar, suplemento dominical de Página/12, con el que sigue colaborando periódicamente. En la actualidad escribe columnas de tema cultural para el diario brasileño Folha de Sao Paulo y presenta el ciclo de cine independiente Primer Plano en la señal de cable I-Sat. Entre sus obras se destacan los ensayos Manuel Puig: La traición de Rita Hayworth (1988), La infancia de la risa (sobre Lino Palacio) (1994), Cómo se escribe un diario íntimo (1998), El factor Borges (2000) y La vida descalzo (2006). Ha publicado las novelas: El pudor del pornógrafo (1985), El coloquio (1989), Wasabi (1994, reeditada en 2005), El pasado (2003, Premio Herralde de Novela), Historia del llanto (2007), Historia del pelo (2010) e Historia del dinero (2013) . Sus libros han sido traducidos a diversas lenguas.

Leonardo Oyola en Vivaldi Libros Bar


























Leonardo Oyola

Nació en Buenos Aires en 1973. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación. Escribe cuentos, novelas y notas sobre cine.

En 2004 publicó su primera novela: Siete & el Tigre Harapiento en editorial Gárgola y obtuvo una mención para el Premio Alfaguara – Clarín. Ocho años después (2012), el mismo sello que lo premió con una mención le publica esta novela.

En España, a través de la editorial Salto de Página publicó Gólgota y Chamamé. Esta última fue premiada con el Dashiell Hammett a la mejor novela policial en castellano en el año 2007.
Dos veces se importaron estas dos novelas y ambas se agotaron en menos de un mes.

De la colección Negro Absoluto dirigida por Juan Sasturain escribe la serie de la Vívora Blanca. Se publicaron las dos primeras: Santería Sacrificio.

En 2008, publicó Hacé que la noche venga en Mondadori.

Kryptonita es una novela de súper-héroes ambientada en La Matanza y fue publicada por Mondadori.
Obtuvo el Premio Novela del Año 2011 que entrega la librería y editorial Eterna Cadencia, con un jurado compuesto por ciento cincuenta personas, entre ellos, escritores y editores.

De sus textos que se pueden definir como juvenil e infantil se editó Bolonqui por editorial Norma en el año 2010 y Sopapo en 2012.

Actualmente escribe sobre cine en la revista Rolling Stone.

martes, 6 de agosto de 2013

Pierre Bourdieu, "Argelia 60"

De antemano, su origen social no le preparaba un lugar cómodo y resultó ser la excepción a la regla de la transmisión cultural en la relación existente entre institución escolar, cultura y sociedad.  Hijo de un cartero y de una trabajadora agrícola, Pierre Félix Bourdieu, nació el 1º de agosto de 1930 en un pueblito llamado Denguin, de la región de Bearne, Francia.
Los primeros años de formación los realizó en un colegio pupilo porque la distancia entre la escuela y su casa era poco menos que veinte kilómetros. Y por aquella época, hacer ese recorrido todos los días, ida y vuelta, no era tan ameno como en los tiempos que siguieron.
El secundario lo hizo en el Liceo Louis Barthou, en la región de Pau. Ya adulto, cuando le preguntaron por su experiencia escolar juvenil, haciendo referencia al carácter disciplinario antes que académico Bourdieu respondió: “¡aquel que ha conocido el internado a los doce años conoce casi toda la vida!”.
Luego de finalizar los estudios medios, debido a su gran rendimiento escolar, por recomendación de un profesor y con el incondicional apoyo de su padre, se inscribió en el liceo Louis-le-Grand para la evaluación de ingreso a la universidad. Aprobó y continuó sus estudios en la prestigiosa Escuela Normal Superior.
A los 24 años obtuvo su título de Profesor en Filosofía. Entre sus docentes, tuvo Claude Lèvi-Strauss y entre sus compañeros a Jacques Derrida.

La mala conducta

El Estado francés lo convoca a participar en una sus instituciones más rígidas: el servicio militar obligatorio. Bourdieu tiene que formar fila en Versalles, llevando a cabo tareas administrativas. Pero no duró mucho tiempo en ese regimiento; existen dos versiones de su traslado.

Una: por esos años Bourdieu ya estaba muy comprometido con la cuestión política. Que interesado por la situación argelina, el proceso de descolonización y revuelta que ya se había iniciado, le descubrieron en el regimiento un número de la revista L’ Express que había sido censurado por tratar dicha cuestión de manera “anti-patriótica”. Cabe decir que la mayoría de la sociedad francesa miraba para otro lado respecto a este delicado asunto. Como castigo, el Ejército decidió enviarlo a la colonia insurrecta: Argelia, que fue uno de los últimos países africanos en obtener la independencia.

Dos: la otra versión dice que Bourdieu incurría en numerosos actos de indisciplina con el fin de llamar la atención de sus superiores para lograr el “castigo deseado”: ser enviado a Argelia y una vez establecido allí, poder llevar a cabo sus investigaciones, trabajos de campo.

Bourdieu en Cabilia

En Argelia cumplió dos años más del servicio militar obligatorio y en lugar de regresar, se quedó otros dos dando clases como profesor de Filosofía en la Facultad de Argel. En Cabilia se valió de la etnografía, de  herramientas estadísticas, esta última fundamental en sus posteriores investigaciones de campo como se da en “Los Herederos” y  “La Distinción”, por citar sólo dos de sus trabajos más importantes.
Regresó a Francia en 1960, cuando un grupo de generales franceses quisieron retomar el control absoluto de Argelia mediante un golpe militar que no prosperó.
El resto de la historia de Bourdieu es la más conocida. Instalado nuevamente en Francia, es nombrado asistente de Raymond Aron. Luego, dictó clases en la Universidad de Lille. De la filosofía pasó a dedicarse a la sociología. En 1968 fundó el Centro de Sociología de la Educación y la Cultura. Inició una serie de rupturas irreconciliables con paradigmas anteriores: el mecanicismo estructuralista, el estructuralismo de Lèvi-Strauss, el estructuralismo marxista, la fenomenología filosófica de Husserl y Merleau-Ponty, la sociología de Durkheim y Weber.
Fundó una nueva sociología: el constructivismo estructuralista. Nociones como campo, capital y habitus son sus grandes aportes, entre tantos otros conceptos e ideas. En 1981 fue nombrado Profesor Titular de Sociología del Collège de France, el puesto académico más prestigioso de ese país, cátedra que dictó hasta su muerte en enero de 2002.

Bourdieu y Argelia 60

Pero quizás nada de esto no hubiera sucedido si Argelia no se hubiera cruzado en el camino de Bourdieu. Este libro toma como objeto de análisis la discordancia entre los esquemas de percepción, apreciación y acción social (habitus) y las estructuras económicas cambiantes de la sociedad argelina de los años sesenta. El pasaje de una sociedad precapitalista a una capitalista, sus transformaciones, hace convivir en un mismo individuo social  disposiciones internas y maneras de ver el mundo que corresponden a estructuras económicas diferentes.
De cómo a los habitantes de Cabilia se le hace cambiar abruptamente sus prácticas referidas a la utilización del tiempo, de los vínculos laborales, de la economía a partir de la adopción del dinero como signo, de valor y cambio, y de la desconfianza hacia el uso e intercambio monetario debido a su alto nivel de abstracción.
“Es mucho más fácil administrar “razonablemente” reservas de bienes de consumo que distribuir a lo largo de todo un mes una suma de dinero o establecer una jerarquía racional de necesidades y gastos: sin dudas, la propensión a consumirlo todo es infinitamente más pequeña que la inclinación a utilizar de golpe todo el dinero que se posee. Los cabilas guardan el trigo o la cebada en grandes tinajas perforadas con agujeros a diferentes alturas, y la buena ama de casa, responsable de la gestión de las reservas sabe que cuando el grano desciende por debajo del agujero central, es importante moderar el consumo: el cálculo, como se ve, se hace solo y la tinaja es como un reloj de arena que permite percibir en cada momento lo que queda y lo que no”.
En relación a esto, Bourdieu también nos dice que “es bien sabido que la ineptitud en el manejo de la moneda y la inadaptación a las reglas jurídicas de los habitantes rurales han contribuido en gran medida a acelerar el movimiento de desposeimiento territorial”. Clink-Caja.

domingo, 4 de agosto de 2013

Abelardo Castillo, "Libros que leo frecuentemente"

Del ciclo "¿Qué leen los que escriben?", compartimos las impresiones del autor.



Obras Edgar Allan Poe
Robinson Crusoe, Daniel Defoe
Obras Rafael Barret
Pablo Neruda
Obras Roberto Arlt
Hermanos Karamazov, Dostoievski
Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes
Las prosas de Jean Paul Sartre
Diarios, León Tolstoi
El Castillo, Franz Kafka
La divina comedia, Dante Alighieri
Obras de Herman Hesse
Obras de Jorge Luis Borges
Obras de Leopoldo Marechal

sábado, 3 de agosto de 2013

Leonardo Oyola, "Kryptonita"



Para esta novela Leonardo Oyola tomó una idea del Elseworld -un cambio de contexto, de época o de lugar en la vida de un superhéroe-, y se preguntó qué hubiera pasado si Superman cuando era apenas un bebé, en lugar de haber caído en su cápsula espacial en un campo de Kansas, lo hubiera hecho en un terreno baldío de La Matanza: ¿qué valores hubiera defendido, cómo hubiera crecido en el conurbano bonaerense? A partir de esta idea, se estructura esta excepcional novela.

El tiempo que transcurre esta historia no son más que aproximadamente cuatro horas; desde las cuatro de madrugada de un lunes de septiembre hasta la salida del sol en un hospital del Gran Buenos Aires. Pero decir solo Gran Buenos Aires a ese mundo tan expansivo como infinito, sería como mínimo, una imprecisión. Mejor decir Hospital Paroissien de Isidro Casanova. A este hospital llega inconsciente y a un paso de la muerte el gran héroe de esta novela: el Nafta Súper.

El Tordo

El narrador principal de “Kryptonita” es un médico. Un tipo de médico particular: un “nochero”. Él es quien nos cuenta la historia y lo que está sucediendo, algo de su propia vida, sus miedos, el demonio que lo acosa, sus largas jornadas laborales, su vía de escape, sus ganas de dormir días enteros después de extenuantes guardias.
A medida que se avanza en la narración de la historia, se va teniendo un panorama más amplio gracias a las dos voces que construye el autor: la del Ráfaga y la de Lady Di. Son ellos los que introducen a los lectores en las biografías de los personajes, sus recuerdos, sus carencias, sus tristezas y sus victorias.
Y nos llevan también al presente inmediato. Y en este presente inmediato están las bandas: la del “Nafta Súper” o “Pinino”, la de "El Pelado”, su enemigo acérrimo y "La Bonaerense”.
Oyola nos sacude, nos conmueve. No lo hace a base de tiros y ametralladoras sino a través de ilusiones y desencantos, como puede ser una merienda. Nos moviliza sin apelar al sentimentalismo y menos la condescendencia.
Una vez que dentro de este mundo es cuando se logra la identificación y es allí cuando se mezclan las categorías de la moral: “los buenos” y “los malos”.
¿Los encargados de velar por el orden y el cuidado de los ciudadanos, son “los  buenos”? ¿Son “los malos” aquellos que se atrincheran en un pabellón de un hospital de mala muerte, a la espera del ataque final de los policías, que en cualquier momento ingresarán armados hasta los dientes? ¿Son “buenos” quiénes se defienden de la policía, los que se sienten acorralados entre los uniformados  y las paredes del pabellón hospitalario?

“Esta no se la van a perder cuando se enteren. Si es que ya no se enteraron. Y déjeme aclararle, por si hace falta, que los ‘patas negras’ no se van a aparecer con un pedazo de vidrio verde. La Bonaerense va a venir con todo”.

Lenguaje

En el inicio, Oyola aborda la cuestión del lenguaje con la precisión de un filólogo y lo transmite con la capacidad de un gran divulgador. Lo hace partir de una palabra llevada al tiempo verbal del pasado perfecto que se utiliza en cierta  jerga médica para referirse al fallecimiento de una persona: “obitó”, término que no existe como verbo para la Real Academia Española. El narrador, el médico nos deja en claro que hay un lenguaje que se utiliza en el hospital público y otro para los que se atienden en las obras sociales o prepagas (ya desde el sentido, dos palabras, dos objetos, dos frases absolutamente distintas).

¿"Civilización y barbarie" o "el Poder una bestia magnífica"?

El médico, ¿es un “otro”, es un ilustrado, es un “civilizado” que ejerce el poder sobre el resto del mundo hospitalario? Podría pensárselo de ese modo en algún punto pero no en todas sus dimensiones.
Más bien surge el interrogante si ese mismo poder al cual nos estamos refiriendo es el que aplasta –con suma fiereza- al médico. Es cierto que le queda al menos una pequeña parte de un poder que le da su título, su profesión, y la ejerce, a veces más sutilmente, otras no, sobre los pacientes y los familiares de estos.

Pero en el mundo que construye Oyola el poder está en un lugar muy lejano. No se lo puede ver, ni siquiera intuir. Solo accedemos a sus efectos. Como lector, es cierto, lo podemos imaginar. Pero las inferencias se pueden realizar, se deben hacer a partir de la información que el propio texto ofrece. Y las que hacen sentir el rigor del poder son las instituciones. El Estado, a través del encierro, el control, el hospital, las fuerza de seguridad: la potencia de estas estructuras, de sus agentes, sus funcionarios, sin importar si están bien ejecutada o no.

El médico “nochero” es el que recibe una paga “en negro” por parte de otros médicos que no quieren estar ahí, que gozan de un muy buen sueldo y que por eso, le pueden pagar a otro para que haga ese trabajo indeseable: la guardia nocturna. Pero también este “nochero” acepta dinero por hacer algo que no está en el juramento hipocrático. El nochero no firma certificados ni recetas. El nochero no existe para el hospital y por ende, tampoco para el Estado.
Para el Estado quienes trabajan son los que figuran asignados en las planillas.
Y la policía aparece con una práctica desvirtuada, por decirlo de una forma, sin aclarar que cuando funciona “normalmente” también está ejerciendo otra forma de poder, pero que no desarrollaremos acá. La policía como aparato delictivo, corrupta, “trabajando” en conjunto con una de las bandas mencionadas, y que tiene en sus miembros la facultad de decidir quién puede seguir viviendo y a quien se debe “dejar morir”: el oficial Ventura y el pibe chorro, “el Orejón”.


El triunfo de la ficción y la última heroína

Por último, decir que “Kryptonita” es más que una historia de superhéroes en La Matanza; es un relato fascinante en el que Leonardo Oyola con los datos de la realidad al alcance de su mano y de su propia vida, prefirió correr el riesgo de animarse a la ficción y desestimar quizás el camino más sencillo, muchas veces carente de vuelo: el realismo. 
Nafta Súper, El Ráfaga, Juan Raro, El Faisán, Lady Di, Pepita la pistolera, el Federico o Señor de la Noche, el perrito Miguel, Corona, el Cabeza de Tortuga, El Pelado, personajes devenidos en héroes y villanos de esta gran novela. 
Y una mujer que se convertirá en una heroína inesperada, a medida que el reloj avance hasta que se vean, se hagan sentir, los primeros rayos del sol de esa mañana de lunes de septiembre.