Octubre de 2014. “Héroes, machos y patriotas”, de Pablo Alabarces, invita a la reflexión sobre el fútbol argentino y sus problemáticas, no de sus grandes épicas o hazañas deportivas sino a partir de su dimensión cultural, debido a su carácter popular y, además, por ser un fenómeno de masas.
Apoyado en trabajos anteriores como “Fútbol y patria” (traducido a varios idiomas) y “Crónicas del aguante”, este libro se articula sobre tres ejes principales: la identidad (nacional, tribal, género y sexualidad), la violencia (el “aguante”), y el papel de los medios de comunicación masivos en épocas de la globalización, y sus modos de narrar el fútbol, inclusive el discurso publicitario.
Respecto a la propuesta de lectura, observamos que en la escritura de “Héroes, machos y patriotas” prevalece más el tono coloquial que el discurso académico, no obstante, sin prescindir de la necesaria rigurosidad argumentativa. Cabe destacarse que este libro ofrece distintas materialidades de trabajo como, por ejemplo, el cine de ficción y documental, además de muchísima literatura: textos de Fabián Casas, Roberto Fontanarrosa, Eduardo Galeano, Nick Hornby, Emilio Sacheri y Osvaldo Soriano, entre otros.
Junio de 2014. Durante el último mundial de fútbol disputado en Brasil, una fiebre futbolística envolvió a miles de hinchas argentinos. La canción “Brasil decime que se siente” devino una especie de himno futbolero. Sin embargo, tal como lo demuestra el autor, en su letra se evidencia “un compendio de lugares comunes de la retórica aguantadora y un modo de afirmación narcisista para distinguirse en la pantalla global”.
Julio de 2014. Argentina vence a Holanda por penales en San Pablo y Javier Mascherano se consagra como ídolo en lugar de Lionel Messi, quien probablemente sea uno de los mejores jugadores de todas las épocas. Esto sucede porque Messi carece de la condición plebeya y popular que tuvo Diego Maradona, rasgos imprescindibles para la articulación efectiva del relato deportivo de la patria.
Agosto de 2014. De la efervescencia nacionalista acontecida durante el mundial de fútbol ya nada queda. Los hinchas de San Lorenzo festejan en soledad la obtención de la Copa Libertadores, el trofeo más importante a nivel de clubes de Sudamérica. De parte de los “otros” hinchas de los equipos argentinos subyace la indiferencia o el deseo de la derrota azulgrana.
Junio de 1978. Se juega el mundial de fútbol en la Argentina bajo la dictadura militar. Fuerte endeudamiento para que se realice dicho torneo. La censura. El silencio. Años después, César Luis Menotti, director técnico de aquel seleccionado, enuncia una de las frases más torpes que se dijeron sobre fútbol: “Se juega como se vive”. Pablo Alabarces recoge esta sentencia, la deconstruye y la vuelve estéril. Nada más alejado del fútbol que los determinismos. El 6 a 0 contra Perú. La película “La fiesta de todos”. Los festejos en la calle: “¿manipulación, acción popular o estupidez colectiva?”. ¿Una posible respuesta ética? Renunciar al triunfo, devolver el trofeo y las medallas, propone Pablo Alabarces.
En “Héroes, machos y patriotas” el autor vuelve sobre el concepto del “aguante” y nos ayuda a comprender que la violencia en el fútbol no es cosa de “bárbaros”, “inadaptados” o “salvajes” sino que responde a una lógica racional e interesada. Que esa lógica es parte de un mundo moral según el cual “defender el honor, el territorio, la tradición, el orgullo de barrio, el equipo y los colores es tarea de machos que deben ser ejecutadas con el cuerpo a partir de una serie de prácticas especialmente violentas”.
En sintonía con algunos de los principales temas de la agenda pública Alabarces explicita la necesidad de cambiar de raíz el programa Fútbol para todos, esa retórica de la pasión como mera continuidad a la iniciada por TyC en los años noventa, y que, según el autor, “en el Mundial de 2014 nos sometieron a exactamente lo mismo; nos llenaron de patrioterismo y falta de profesionalismo disfrazado de hinchismo; siguieron proclamando el ‘a ganar o morir’ organizado por la lógica aguantadora”.
También plantea la necesidad de llevar a cabo un programa específico para la erradicación de la violencia en el fútbol argentino no sin desarticular los nexos entre “barras”, actores políticos y fuerzas de seguridad, incluyendo en la problemática la legitimidad que ofrecen los “hinchas comunes” frente las prácticas violentas.
Por último, y luego de haber dejado constancia de los principales problemas que acontecen en el fútbol argentino, Pablo Alabarces dice que es hora de “reclamar su devolución” y por consiguiente, su democratización. Pero para lograrlo, será indispensable una verdadera insurrección hinchística, revolución mucho más realizable de lo que todos imaginamos y pensamos.
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